«A la mar me voy, mis hechos dirán quién soy«. Refrán marinero.
Juan Joseph Pérez Hernández, Oficial de Marina de la Real Armada y explorador, nació en Palma de Mallorca en 1.725 y murió en la mar en Noviembre de 1.775, a la altura de la costa de California.
De su vida y carrera militar hay escasa información antes de 1.767 y ni siquiera existe un retrato en el que pueda conocerse su aspecto. En el año mencionado fue destinado a San Blas, hoy Estado de Nayarit (Méjico), donde se encontraba la capital administrativa del Virreinato de Nueva España en la Costa del Pacífico, para todos aquellos territorios situados al Norte de dicho puerto. Se sabe que antes había estado destinado como Piloto en el Galeón de Manila con el grado de Alférez de Fragata.
En aquella época, bajo el reinado de Carlos III de Borbón, el Virreinato de Nueva España ocupaba además de Méjico y demás posesiones del Caribe, buena parte de lo que hoy son los Estados Unidos de América, desde Florida a California (de Este a Oeste) y hasta el Sur de los Grandes Lagos hacia el Norte.
Don Antonio María Bucareli y Ursúa, Virrey de Nueva España, estaba preocupado por las noticias que había recibido comunicándole que el imperio ruso había comenzado a expandirse hacia las Islas Aleutianas, por dicha razón convocó una Junta en San Blas dirigida por el Visitador José de Gálvez. En aquel encuentro, se decidió completar la ocupación de las tierras que hoy forman la Alta California enviando colonos en Febrero de 1.769 hacia San Diego y Monterrey a bordo del paquebote Príncipe, al mando del mallorquín Juan Pérez quien, durante los siguientes años, también capitanearía los navíos que aprovisionaron dichos asentamientos. Téngase en cuenta que San Diego y Monterrey fueron tierras descubiertas por los españoles en 1.542 y colonizadas sólo parcialmente desde entonces, con pequeños asentamientos y presidios —mínimas guarniciones militares—.
Aunque Pérez era tan solo un Alférez de Fragata, el Virrey Bucareli lo eligió como Comandante de la expedición, con órdenes de explorar las costas al Norte de la Alta California, al menos hasta alcanzar los 60º N y también, con instrucciones de vigilar la posible actividad de la Marina Rusa a lo largo de su curso. No era habitual que el mando de una expedición de aquel tipo recayera en un Oficial subalterno, pero en aquel tiempo, San Blas era el destino menos deseado en Nueva España y no había allí oficiales de marina con mayor rango.
Zarpó Pérez del Puerto de San Blas el 25 de Enero de 1.774, al mando de la fragata Santiago, dirigiéndose a San Diego y Monterrey que tan bien conocía. Llevaba como tripulante a otro mallorquín excepcional, Fray Junípero Serra, natural de Petra y evangelizador de la Alta California, que desembarcó en San Diego para visitar —en su misión pastoral—, los pequeños asentamientos de colonos y presidios de aquellas tierras. Pérez mandó levar anclas en el mes de Junio del mismo año, con órdenes adicionales de efectuar actos formales de toma de posesión de las tierras al Norte de aquellos asentamientos, así como de adquirir información sobre los indios que habitaran dichas costas.
Navegando con rumbo Noroeste y luego Norte, Pérez arribó a mediados de Julio a la altura de la actual frontera entre Estados Unidos y Canadá, en el extremo Norte de lo que hoy son las Islas de la Reina Carlota —que bautizó con el nombre de Margarita—, encontrando allí a los Indios Haidas, amistosos y pacíficos. Por medio de lanchas, intercambiaron ropa europea, utensilios de cobre y cuentas de vidrio por pieles de animales. Pérez no pudo anclar su barco debido a las fuertes corrientes contrarias de la zona y al hecho de no hubiera allí un fondeadero seguro, lo cual le impulsó a seguir navegando con rumbo Norte hasta que, a finales de Julio alcanzó los 55º 30´ N a la altura del cabo Mendocino. En dicha latitud, forzado por el mal tiempo con niebla, vientos desfavorables, rompientes peligrosos y corrientes en contra, decidió virar al Sur.
Navegando rumbo Sur arribó a lo que pensaba que era el continente, aunque en realidad se trataba de la Isla de Vancouver, donde el 8 de Agosto descubrió una ría que denominó Surgidero de San Lorenzo (hoy Nootka Sound). Al día siguiente se encontró con los Indios Nootkas, con los que trocaron diversos artículos. Los indios robaron varias cucharas de plata a José Martínez, su Segundo, que cuatro años después mostraron a miembros de la expedición del Capitán Cook, cuyos oficiales citaron este hecho en sus diarios, como evidencia de la presencia anterior de los españoles en dichas aguas.
La Fortuna no acompañó a Pérez y, de nuevo, vientos contrarios le impidieron entrar en la ría y anclar su fragata, por lo que continuó rumbo Sur entre nieblas y vistas parciales de la costa continental. La Santiago navegó frente a una gran cadena montañosa a la que se bautizó como Sierra Nevada de Santa Rosalía, hoy día el Monte Olimpo del Estado de Washington (costa Noroeste de Estados Unidos), también vieron el humo de numerosos poblados indios, pero con la mayor parte de la tripulación y él mismo enfermos de escorbuto, prosiguió con su navegación Sur en demanda de San Blas, sin anotar nuevos descubrimientos.
Los resultados de la que fue la primera visita documentada de europeos a las costas de Canadá se quedaron cortos, pues aparte de las detalladas notas etnográficas sobre la vida y costumbres de los Haidas y los Nootkas, más algunas anotaciones hidrográficas tomadas por Pérez, éste no logró efectuar los actos formales de posesión, ni los reconocimientos de costas que se le habían encomendado.
El Virrey Bucareli, a poco de la llegada de la expedición, ordenó a Pérez preparar otra para la siguiente temporada. En el entretanto, un nuevo contingente de cinco oficiales navales había sido destinado a San Blas, con el propósito de que contrarrestaran la amenaza de los posibles asentamientos rusos en la costa Noroeste, entre Alaska y Canadá. Esta vez se entregó el mando de la fragata Santiago a Bruno de Herceta, más antiguo en el escalafón naval, que nombró al experimentado Pérez como su Segundo. La expedición se compuso de dos buques, la fragata Santiago y la goleta Sonora que navegarían en convoy al mando de Herceta. En su travesía descubrieron la desembocadura del río Columbia en los 49º N y la ensenada hoy conocida como Bodega Bay, tras haber superado los 58º N y que fue denominada así en honor del Comandante de la Sonora.
En aquellos tiempos la causa del escorbuto era poco conocida y de nuevo, la larga duración de la misión hizo que las tripulaciones padecieron la enfermedad, siendo Pérez uno de los más afectados. Al regreso hacia el Sur, hubo de permanecer dos meses de convalecencia en Monterrey pero, a pesar de ello, murió al poco de zarpar hacia San Blas. Su cuerpo se entregó a la mar frente a las costas de California, lastrado con dos balas de cañón y con los honores de una salva de mosquetes de la Infantería embarcada y otra de cañonazos de una de las baterías de a bordo, tal como dictaba la tradición naval militar.
Así vivió y murió este miembro de la Real Armada, hijo de Palma de Mallorca, coetáneo y compañero de viaje de Fray Junípero Serra, otro mallorquín excepcional, en una época en la que el Imperio Español ya manifestaba un desgaste evidente, a pesar del efímero renacer que bajo el reinado del Tercer Carlos experimentó. Tiempos en los que aún era posible una vida auténtica de exploración y aventura al servicio de la Corona.
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Nota del autor: A todo aquel que desee conocer esta apasionante parte de nuestra Historia, le recomiendo la lectura del libro Banderas Lejanas, de Fernando Martínez Laínez y Carlos Canales Torres, Editorial Edaf.
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