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Entre los hombres, sobre todo los que pertenecemos al subgénero urbanita, es habitual sentir la necesidad de regresar cada cierto tiempo a una Arcadia imaginada, ese mundo feliz —que nunca existió—, donde la vida se rige por un orden más natural al que no le afectan las perversiones de nuestro tiempo. No descarto que dicha razón fuera la que encendiera mi deseo de visitar el Archipiélago de Cabrera y así catar —si bien de forma efímera— ese Mediterráneo primigenio por todos añorado en unas Baleares “hormigonadas” en exceso.

El Archipiélago de Cabrera lo forman once islotes situados a unas diez millas náuticas del Puerto de la Colonia Sant Jordi, municipio de Las Salinas. Gracias a su singular riqueza medioambiental y a su excelente estado de conservación, en 1991 obtuvo la calificación de Parque Nacional Marítimo-Terrestre, lo cual aparejaba el grado máximo de protección que puede otorgarse a un medio natural. El que esto fuera posible se debe a la escasa población que allí se asentó de forma permanente y, sobre todo, al interés militar de estas islas desde antes de la Edad Media. En 1916 Cabrera fue expropiada a la Familia Feliú por el Ministerio de la Guerra (hoy de Defensa) dado que en 1913 se recibieron informes de los Servicios Secretos Francés e Inglés sobre el aprovisionamiento de submarinos y barcos alemanes en sus aguas, hecho que España no podía permitir dado su estatus de país neutral en la Primera Guerra Mundial. La pertenencia a Defensa fue sin duda la razón principal que impidió su urbanización salvaje, a pesar de que intentos para su desarrollo turístico-residencial nunca han faltado, gracias a ello, hoy día se puede afirmar que es la zona litoral mejor conservada del Mediterráneo español.

La travesía en los barcos rápidos de Mar Cabrera dura 40 minutos, tiempo aprovechado por los amables tripulantes para informar, en varios idiomas, sobre las características del pequeño archipiélago mientras se navega frente a los islotes de Na Foradada, Na Pobra, Na Plana y la Illa dels Conills. De lejos Cabrera parece una más de las rocas plantadas en la mar, pero al aproximarse enseguida se distinguirá la inconfundible silueta de un castillo roqueño sobre la cota más elevada de la isla, dominando la entrada que conduce a la rada interior de su puerto natural.

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Barco rápido de Mar Cabrera

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Baliza automática de Na Foradada

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Castillo de Cabrera desde el canal de entrada a la rada interior de la isla

En su pequeño muelle uno de los guardas del Parque Nacional ilustra a los visitantes sobre las normas a observar durante la visita, que se resumen en una: cuando abandones Cabrera, deja sólo tus huellas (y sólo en las zonas autorizadas). Esto implica no salirse de los caminos, no arrojar colillas, no dejar residuos, no arrancar plantas, no pescar y no alterar el paisaje pues, los sensibles ecosistemas de la isla gozan de protección integral y su conservación requiere de los mayores cuidados, sobre todo en aquellas áreas en las que se desarrollan endemismos baleares en riesgo de desaparición.

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Floración de uno de los endemismos vegetales de Cabrera

Lo que sí puede visitarse es su Castillo, con vistas espectaculares desde sus almenas, levantadas en el siglo XIV para impedir el refugio y fondeo de los barcos de piratas berberiscos que durante tantos siglos asolaron las poblaciones costeras y del interior mallorquín. La pequeña cantina del Puerto y su terraza, recuerdan la escenografía balear de los anuncios que cada verano lanza una conocida marca de cerveza y es un punto de paso obligado junto al muelle, al igual que el pequeño Museo, el Refugio de excursionistas (12 plazas limitadas a dos noches) y las playas de maravillosas aguas turquesas y limpias arenas, como la de Espalmador. Por desgracia, el comportamiento incivil de algunos visitantes ha forzado el cierre de las sendas que cruzan la isla, las cuales sólo se pueden recorrer guiados por uno de los guardas del Parque Nacional, que no siempre se encuentran disponibles.

Galería fotográfica, haced click o deslizad la pantalla para ver las imágenes.

En delicado equilibrio biológico y ambiental, conviven más de 400 especies botánicas, 200 de peces, 150 de aves y numerosas variedades  de reptiles e insectos; por si lo anterior fuera poco, la isla esconde también numerosos vestigios arqueológicos púnicos, romanos, paleocristianos, árabes y franceses.

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Plano de áreas visitables en la Isla de Cabrera, para acceder se requiere la previa obtención de autorizaciones (ver enlaces al final del artículo).

A pesar de su cercanía a Mallorca, Cabrera es un mundo aparte en el que sin esfuerzo es fácil unirse con esa Naturaleza pura tan perseguida por los estresados habitantes de las ciudades . . . Sin embargo, debemos saber que no siempre fue así, pues en la isla acontecieron terribles sucesos durante la Guerra de Independencia.

Aunque Francia era aliada de nuestra nación, en 1808 la Grande Armée Napoleónica invadió España a sangre y fuego, arrasando poblaciones, asesinando a la población civil, violando mujeres y saqueando todo lo que de valor hallaron, sin ni siquiera respetar las iglesias y sus ornamentos, a pesar de que muchos de los soldados invasores eran nominalmente Católicos. Los victoriosos mariscales franceses pensaban que el sometimiento de nuestra Patria sería tan sencillo que les daría tiempo de “volver a casa para el desayuno”, nunca pasó por su cabeza que aquellos tipos morenos y de humilde aspecto pudieran robarles la Gloire de un fácil triunfo.

En el caluroso Julio de 1808, el General Dupont D´Letang avanzaba con su Deuxieme Corp de La Gironde hacia el Sur peninsular con la intención de someter Andalucía. Durante su marcha fueron hostigados por numerosas partidas de guerrilleros que, sabedores de cómo se las gastaban los gabachos, defendían su tierra mediante ataques rápidos y violentos que dificultaban el avance del francés. A la altura de Bailén (Jaén), el Ejército de Dupont agotado por la marcha, por la extrema canícula y por la sed, se encontró enfrentado con el despliegue en Orden de Combate de las fuerzas españolas mandadas por el General Castaños que, como buen táctico conocedor del terreno y del estado de desgaste del enemigo, dirigió el ataque que infligió una severa derrota a los invasores, llegando a tomarles más de dieciocho mil prisioneros, así como su tren logístico al completo de armamento y bastimentos. La noticia desató la furia de Napoleón Bonaparte y causó una enorme conmoción en Francia, incrédula ante la primera derrota de las hasta el momento invictas Fuerzas Armadas Napoleónicas, dominadoras del resto de Europa.

Siete mil de los prisioneros de guerra franceses fueron llevados a Cabrera tras fracasar un intento de intercambio por prisioneros españoles. Los 400.000 reales al mes de su manutención debían ser asumidos por los mallorquines, que ya tenían sus propios problemas de escasez debido a la guerra. Cada día se enviaba un jabeque de Mallorca a Cabrera con pan, aceite, algarrobas y agua, que eran insuficientes para alimentar a tanto confinado; también se proporcionó a los cautivos el auxilio espiritual de sacerdotes que, con desprecio de su propia vida, unieron su destino al de los prisioneros.

La situación persistió durante diez largos años de indecibles padecimientos, lapso en el  que pareció que hasta Dios se había olvidado de aquellos súbditos de Napoleón. La mortandad fue terrible, algunos hombres se volvieron locos, hubo numerosos crímenes y hasta algunos casos de canibalismo entre los desesperados franceses, ignorados por su propio país al considerarlos indignos por la derrota sufrida.

Las guerras siempre sacan lo peor de los hombres y aquellos tiempos eran anteriores a los Convenios de Ginebra. Por eso, tan desgraciados sucesos no pueden ser juzgados bajo nuestra visión actual; sucedió así y forman parte de una Historia que ojalá no se repita nunca. Vae victis ¡Ay de los vencidos! exclamó, con toda razón, el Jefe Galo Breno tras sitiar y tomar Roma con la consabida aplicación de medidas sumarias a los derrotados.

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Cementerio de Cabrera, en segundo plano se vislumbra la Illa des Conills (Isla de los Conejos).

Aún hoy hay quien rechaza dormir en Cabrera ante el temor de enfrentarse a los lamentos fantasmagóricos de los soldados franceses que allí perecieron y que, según se afirma, siguen escuchándose en la quietud de la noche isleña . . .

Por último, sabed que una de las mejores épocas para visitar las Baleares y navegar por sus aguas, suele ser en la temporada en la que ahora nos encontramos, de mediados de Septiembre a finales de Octubre.

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Agradecimientos e información de interés para el viajero:

Este visita fue posible gracias a la gentileza de Toni, de Click Mallorca, dinámica agencia on line que realiza completas excursiones por Mallorca y que resultó ser uno de los seguidores de este blog, a quien no tenía el gusto de conocer, pero que sin pedirnos nada a cambio nos invitó a visitar Cabrera, en conjunción con Mar Cabrera, la naviera de barcos rápidos ya citada en el artículo. La información sobre excursiones y horarios puede consultarse en en los enlaces de ambas compañías.

El Gobierno de las Islas Baleares proporciona aquí amplia información sobre CabreraEsta información también puede obtenerse en el Centro de Visitantes del P.N. del Archipiélago de Cabrera

Aquellos que no teman a los fantasmas y piensen alojarse en el Albergue, pueden gestionar desde aquí sus reservas.

Los que deseen navegar por las aguas de Cabrera deberán hacerlo bajo estas normas.

Los que quieran fondear en su rada tienen que solicitar aquí el permiso (capacidad 50 barcos/día).

Los aficionados al buceo tienen que pedir autorización a través de esta otra página.

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Créditos: Fotografías y artículo del autor publicado bajo Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional, libre copia y circulación citando autoría, sin modificación de textos o imágenes, para usos no comerciales.

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En su esencia, la fotografía es la vida iluminadaSam Abell, Fotógrafo y Escritor.

Que Palma de Mallorca es una urbe fotogénica nadie lo duda, su antiguo casco histórico de origen medieval, con numerosos edificios de traza gótica, casas señoriales de patios impresionantes e innumerables rincones para descubrir, conforma una trama que satisfará al explorador callejero más avezado y también, a todo aquel que guste de perderse en los laberintos que conducen al alma de una urbe con mucho carácter. Recorrerla a pie es una saludable actividad que no tantos practican debido al ajetreo de nuestro modo de vida actual y, sin embargo, no conozco mejor manera de tomar el pulso a una ciudad.

La luz mediterránea es el componente esencial que da o quita fuerza a las estampas cotidianas gracias a los grandes contrastes que separan luces y sombras, circunstancia ésta que los fotógrafos de calle buscamos con avidez, por las texturas y color que se añaden a la piel de los edificios, realzando las imágenes. Es la luz la que nos ayuda a encontrar arte en lo ordinario, en aquellos detalles que miramos, casi siempre sin ver, a pesar de que forman parte de nuestro entorno inmediato.

Los ciudadanos y los visitantes son el último —y principal— ingrediente del cocktail que conforma la vida diaria en Ciutat. Ser su observador a través del objetivo de una cámara es una pasión que ayuda a entender la vida a quienes bucean en su devenir, pues permite al fotógrafo interactuar con desconocidos, actividad que casi siempre es remunerante.  Los humanos somos seres sociales y raramente reaccionamos mal ante un desconocido, siempre que la aproximación sea educada y envuelta en una sonrisa, que es la mejor herramienta para romper la barrera de la desconfianza.

Los fotógrafos de calle más puristas sólo disparan en blanco y negro, consideran que el color distrae e impide sintetizar la esencia de las cosas; por ello, tienden a ver el mundo de manera diferente al resto. Cierto es que los grandes clásicos fueron capaces de crear obras de arte en tono monocromático, caso de Cartier-Bresson, R. Doisneau, I. Penn, Catalá-Roca, Juana Biarnés o G. Cualladó. Sin embargo, no es menos cierto que si la película en color hubiera estado disponible antes, también hubieran creado grandes obras en color y de hecho, muchos de ellos lo hicieron al final de sus vidas.

Galería de fotos del autor en blanco y negro (pulsad en cualquier imagen):

 

Hoy día muchos fotógrafos de calle emplean de forma indistinta color y blanco y negro, pudiéndose mencionar como ejemplo a Ian MCDonald, S. McCurry o Cristina García Rodero.

El autor del presente es de los que se mueve entre las dos técnicas de manera indistinta y desearía se capaz de emular a los grandes de este Arte. Al fin y al cabo, los inicios de la Fotografía están unidos a la foto callejera, especialidad que por otra parte es su forma más democrática, pues cualquiera puede practicarla en su ciudad. Para hacerlo no se requieren costosas cámaras, basta con un teléfono móvil, ojos observadores, indumentaria cómoda y ganas de patear las calles.

Galería de fotos del autor en color (pulsad en cualquier imagen):

 

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Créditos: Fotografías y artículo del autor publicado bajo Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional, libre copia y circulación citando autoría, sin modificación de textos o imágenes, para usos no comerciales.

La belleza es la otra forma de la verdad. Alejandro Casona, escritor y autor teatral de la Generación del 27.

Fornalutx fue en su origen una alquería musulmana del siglo XII, enclavada en un valle que nace en las alturas del Puig Mayor y llega hasta Sóller; tiene agua abundante y laderas pobladas de fincas de naranjos, limoneros, olivos, almendros, cipreses y otros cultivos. Hoy día Fornalutx forma un conjunto urbano alargado, que se desarrolla en la margen derecha del barranco que discurre por el fondo del valle, así como a ambos lados de sus vaguadas tributarias. Tras la conquista de Mallorca por Don Jaime-I el Conquistador, Rey de Aragón, formó parte de Sóller y así se mantuvo hasta 1837, año en el que recibió el estatus de municipio independiente.

Su urbanismo es armónico, de estrechas calles empedradas y cuidada Arquitectura del tipo conocido como rústico mallorquín, con predominio de residencias construidas con fábricas de mampostería irregular de piedra caliza y cubiertas de teja árabe, que le aportan el característico aspecto montañés tan propio de las localidades de la Sierra de Tramontana. Gracias a su buena conservación y al cuidado con que sus habitantes preservan su esencia, Fornalutx ha recibido numerosos premios y es citado con frecuencia entre los pueblos más bonitos de España. La tranquilidad que respiran sus calles y la belleza de su entorno,  atrajo a numerosos residentes extranjeros que en la actualidad son ya el 25% del censo total de población.

Los edificios más notables que posee son la Iglesia de la Nativitat de la Mare de Déu, situada sobre la actual Plaza de España, cuyas obras se iniciaron en 1230, justo después de la conquista cristiana de Mallorca, para  concluir en 1639 con la configuración que hoy día conserva, de estilo gótico un tanto tardío. También es reseñable la Torre almenada de Can Arbona, que data del siglo XVII y hoy forma parte de las dependencias del Ayuntamiento; fue construida como bastión defensivo frente a los ataques de los piratas de Berbería, que con recurrencia asolaban las costas mallorquinas en busca de botín y de mujeres jóvenes, con el fin de ser vendidas en los serrallos de Oriente al mejor postor.

La visita a Fornalutx es sin duda recomendable, así como a Biniaraix, encantador llogaret* que se encuentra muy cerca del anterior, si bien deseo advertir a los potenciales viajeros que los limitados accesos y las estrechas calles de ambas localidades, condicionan la visita en plena temporada turística. Madrugar mucho es lo que aconsejo a los interesados, sobre todos a aquellos que procedan de localidades alejadas.

(*) Llogaret: Pequeña agrupación de casas de carácter rústico que no son municipio independiente. También podría traducirse por pedanía o aldea.

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Campos de olivos en la Serra de Tramuntana en las proximidades de Fornalutx.

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Olivera (olivo) en la Serra de Tramuntana, cerca de Fornalutx, al fondo de la imagen se aprecia de forma parcial el pueblo de Sóller.

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Marges o bancales destinados a la plantación de frutales en una de las laderas de acceso.

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Vista parcial de Fornalutx y su valle.

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Vista parcial de Fornalutx, a la izquierda se encuentra la Torre almenada de Can Arbona.

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Detalle de las almenas terminadas en punta de diamante en la coronación de la Torre de Can Arbona (actual Ayuntamiento).

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Vista parcial de Fornalutx.

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Entre finales de Enero y Febrero florecen los almendros del valle de Fornalutx regalándonos vistas de gran belleza.

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Sa Font Des Pujol, fuente pública de la que pende el cacillo para refrescarse.

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Bonitas aldabas con forma de manos femeninas fundidas en bronce.

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Calle típica de Fornalutx con acceso a una vivienda y su establo.

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Galería cubierta con arcos carpaneles sobre columnas de fuste liso abombado y patio de acceso a una vivienda.

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Zaguán de acceso a una vivienda con vistas hacia el barranco.

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Terraza de una residencia particular con su buen emparrado para sombra y estupendas vistas al valle.

Créditos: Fotografías y artículo del autor publicado bajo Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional, libre copia y circulación citando autoría, sin modificación de textos o imágenes, para usos no comerciales.

Para ver las imágenes como galería haced click sobre cualquiera de ellas.

 

«La educación es el movimiento de la oscuridad a la luz». Allan Bloom, Filósofo.

Hace unos días me acerqué —una vez más— a la Seo, edificio potente donde los haya, tanto en su arquitectura, como en en su riqueza artística. Al igual que en otras ocasiones, cámara en mano pensaba tomar imágenes de los singulares juegos de luces, colores y sombras que se proyectan en el interior de la nave catedralicia, cuando el sol atraviesa sus amplios vitrales. Quería también fotografiar las reacciones de los visitantes ante su grandeza, pues cualquiera que siga este blog se habrá dado cuenta de que hacer fotos costumbristas me atrae sobremanera.

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Me acercaba distraído a la Capilla del Santísimo, la que fue reformada en 2006 por Miquel Barceló, cuando comencé a escuchar el canto de unos niños en las proximidades del Altar Mayor. Eran alemanes, de un colegio que visitaba la Catedral y que, de manera espontánea, formaron un semicírculo frente al profesor cara a la nave principal y, dirigidos por su maestro, entonaron la maravillosa cantata 147 de Johan Sebastian Bach.

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El coro de niños cantaba como los propios ángeles y siendo consciente de lo excepcional del momento, tomé la fotografía que veis arriba, apagué la cámara, me senté en un banco próximo, cerré los ojos y, transportado por la música de Bach, durante unos minutos vi la luz.

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Créditos: Fotografías y artículo del autor con Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-CompartirIgual 4.0 Internacional, libre copia y circulación citando autoría, sin modificación de textos o imágenes, para usos no comerciales.

 

 

Buey que no esté en el mercado, no es vendido ni comprado Refrán popular.

El Otoño es época de Ferias en Mallorca y nada hay comparable a visitar los mercadillos que se abren en las plazas de sus pueblos para conocer a través de estas celebraciones el pulso real de la isla, el de sus verdaderos habitantes, los que no cambian con las estaciones.

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Las Firas o Ferias de Pueblo son el espejo del corazón profundo de Mallorca y de sus costumbres y, aunque casi hayan perdido la importante función económica que en otros tiempos tuvieron para la subsistencia de la Isla, hoy nos permiten conservar las raíces y también, conocer una vía más natural de acercarse a la tierra; la de los pequeños artesanos y productores que venden sin intermediarios el fruto de sus esfuerzos.

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Gran parte de lo ofertado  tiene que ver con la alimentación y es apreciable la creciente demanda de productos obtenidos mediante técnicas naturales u orgánicas, es decir, aquellos en cuyo proceso hay un escaso o nulo uso de fertilizantes, pesticidas o colorantes de origen químico.  Y este deseo de comer sano no se ciñe únicamente a las frutas o verduras, pues ya se ha hecho extensivo a la preparación de alimentos tan básicos como el pan, los huevos, los embutidos o los dulces, según aumenta la conciencia sobre cómo y con qué debemos alimentarnos. Son los pequeños agricultores los que han de competir contra las grandes y poderosas cadenas de distribución en condiciones poco ventajosas, por ello debemos colaborar con ellos en la medida de lo posible, con el fin de fomentar el producto local y el valor añadido de saber que reducimos la huella ecológica y de que con nuestro granito de arena, ayudamos a la preservación del medio ambiente.

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Y dado que de buenos condumios se trataba, para comer tocaba darse un homenaje en Can Na Toneta, el restaurante donde las hermanas Solivellas llevan 19 años deleitando a sus comensales con buen oficio y dominio del arte antiguo de aplicar sin estridencias la técnica de cocinado justa para cada alimento, buscando que todo salga como es debido. El almuerzo fue delicioso y mejor aún el trato con el que agasajan a los parroquianos, mediante el que son capaces de transmitir su pasión, aprendida tras largo tiempo entre los fogones, que cuenta con la ayuda directa de payeses y pescadores, además de con la inspiración inducida por su colaboración con otros conocidos cocineros mallorquines.

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Para un fotógrafo aficionado las Firas son sin duda una ocasión perfecta para hacer buenas tomas; en cada rincón se halla un reto y la inspiración llega de forma fluida cuando se visita un lugar diferente al habitual, tan solo hay que tener presta la cámara y tratar de ver todo con “ojo fotográfico”. Las cámaras digitales, con sus rápidos objetivos y afinados sensores de imagen,  permiten seguir tomando fotos cuando el Sol se ha ocultado, abriendo enormes posibilidades a la capacidad creativa del fotógrafo.

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Las imágenes que acompañan esta entrada fueron tomadas en la reciente Fira de S´Oliva en Caimari, bonito pueblo del interior mallorquín en las estribaciones de la Serra de Tramuntana. Si desearas verlas ampliadas, solo tienes que pulsar con el ratón sobre cada una de ellas.

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El pueblo de Caimari es de larga tradición en la producción de aceite, trazada al menos hasta la época romana. Pero fue a partir del siglo XVI, y sobre todo durante el XVIII y el XIX, cuando la explotación de los olivos y la comercialización del aceite se convirtió en la principal fuente de riqueza del pueblo, manteniéndose aún hoy día.

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Créditos: Fotografías y texto del autor bajo Licencia Creative Commons 4.0 Attribution-Share Alike.

“Si pudiera contarlo con palabras, no me sería necesario cargar con una cámara” Lewis Hine.

Entre los contenidos de este blog se encuentran las fotografías y referencias continuas a la Sierra de Tramontana. La toma de imágenes y echarse al monte, siempre fueron dos de las aficiones —casi pasiones— del autor de estas líneas.

Y hoy quisiera presentaos a Marcos Molina, un sobresaliente fotógrafo mallorquín cuyo trabajo sobre paisajes de la isla encontré por casualidad, navegando de noche por internet. En cuanto vi sus imágenes, de un atractivo estético impactante, me di cuenta de que tras ellas había largas horas de esfuerzos y dedicación.

Pero dejemos que sus imágenes hablen por él.

Sin duda, Marcos domina la técnica fotográfica y la posproducción, pero como todo buen fotógrafo, sabe además manejar la luz, que es su auténtica materia prima. Lo demuestra enseñándonos cómo los elementos naturales transforman la visión de los paisajes, tal como se ve en las siguientes fotografías, debido a las variables circunstancias ambientales de cada toma.

Fotografía y Naturaleza, a priori un buen trabajo al que dedicarse ¿verdad?, aunque como habréis podido comprobar, registrar el instante en el que la luz es propicia, es una labor de duros horarios y de soledad. Pero estoy seguro de que Marcos encuentra su recompensa disfrutando en privado de las más grandiosas vistas y de ese plus que las imágenes no pueden transmitirnos, como es sentir la brisa en el rostro, escuchar los sonidos del despertar del día, los olores a bosque y a sal y la quietud espiritual de los ocasos . . .

Desde estas líneas, tan solo me queda felicitar a este gran fotógrafo de paisajes mallorquines, por su pasión y por permitir que los demás podamos deleitarnos con su creatividad 😀

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Créditos:

Agradezco a Marcos Molina la autorización para publicar esta entrada y el material que contiene.

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Lewis Hine (1.874-1.940), fue  un sociólogo y fotógrafo norteamericano que si bien se consideraba más artista que científico, tomaba fotografías de claro corte sociológico que sirvieron, entre otros objetivos, para denunciar el trabajo infantil y las miserables condiciones de vida de los inmigrantes que llegaban a la Isla de Ellis en Nueva York, pues entendía que sus imágenes poseían una gran potencial crítico. Trabajó como fotógrafo del National Child Labor Committee, logrando con sus esfuerzos que se introdujeran cambios en la legislación laboral infantil. Son muy conocidas también las fotos que tomó durante la construcción del Empire State Building y sobre la labor de la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial.

“Tiene una belleza discreta, una paz lenta, cae sobre la tierra, es mágica . . . La amo porque creo que no cambiará nunca y aquí me siento como en casa”. Sybilla Sorondo, diseñadora de moda

Fotos: Espectaculares los almendros mallorquines en plena floración. Pulsar para ampliar.

Cuando me dijeron que el sobrenombre de Mallorca era Isla de la Calma, pensé que me tomaban el pelo. Cualquiera que haya pasado por el Aeropuerto de Son San Joan entre Junio y Septiembre, habrá comprobado que aquello es un preludio de todo menos de calma. Después, lo comprueba en los abarrotados centros turísticos, en las calas con exceso de cemento sobre la costa y de barcos en la mar.

Más un viajero nunca se conforma con la primera impresión, entiende que nadie desvela sus secretos sin antes conocerse un poco, sin que medie un interés sincero capaz de abrir los sentidos y el espíritu.

Es entonces cuando surge esa otra isla de tradiciones antiguas preservadas con celo en sus pueblos del interior, con sus viviendas de sobria arquitectura y sus empinadas calles revestidas de piedra de marés. Pueblos de gente amable que en sus jardines planta buganvillas, viñas, olivos, almendros, algarrobos, cipreses y palmeras, bajo cielos de profundo azul que se pierden en una mar siempre cambiante.

Recorrer Mallorca fuera de temporada es un privilegio y el sueño cumplido del viajero que, sin que sin haberse dado cuenta, ya se halla irremisiblemente perdido por la Isla de la Calma.

¿Vamos?

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