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We admire castles because we admire security Mehmet Murat Ildan.

Este novelista turco contemporáneo nos dice que  “Admiramos los castillos porque nos gusta la seguridad” a lo que añado que además suele agradarnos su estampa, siempre poderosa.

La presencia de un castillo nos habla de tiempos remotos de vida más turbulenta que la nuestra y, en el caso de Mallorca, no nos faltan ejemplos de ellos, pues encontramos fortificaciones en Alaró, Capdepera, Felanitx y Bellver, aparte de numerosas atalayas y cubetos defensivos dispuestos a lo largo de la costa. Su existencia no era gratuita.

CASTILLO DE BELLVER

El Castillo de Bellver, como los demás citados, está situado en una elevación, a 112 m sobre el nivel del mar y a tres kilómetros de la costa, hacia el interior. Su ubicación no se escogió para que los residentes pudieran admirar los pinares circundantes y disfrutaran de las frescas brisas, sino porque era un oteadero perfecto desde el que divisar con antelación la arribada de “los malos” cuando se produjera y así, tener tiempo para aprestarse a la defensa. Y es que en aquella época los enemigos eran muchos y fieros: piratas y merodeadores musulmanes procedentes de las costas de Berbería o del Sur del Levante peninsular; galeotas de la Serenísima —de la serenísima madre que parió a la República de Venecia— que, aunque solían “pescar” en caladeros del Adriático y del Este del Mediterráneo, tampoco le hacían ascos a estorbar la navegación de cabotaje por esta parte de la mar y lo mismo sucedía con la República Genovesa; por último, los corsarios turcos que no llegado aún su periodo de mayor esplendor, ya se dedicaban a fastidiar todo lo que podían.

GALEOTA-2

Fue el Rey Jaime II de Mallorca, quien sobre el 1.300 dio la orden de construir Bellver, ya que precisaba alojarse en una fortaleza temeroso de que sus familiares aragoneses le arrebataran por segunda vez su reinado. El trono del reino de Mallorca le fue devuelto en 1.296 por su sobrino Jaime II el Justo y el miedo a perderlo le hizo dar prioridad a la construcción, que se terminó en un tiempo récord de 12 años, algo inusual para la época en una obra de este tipo. Para lograrlo, hasta pidió un permiso especial a las autoridades religiosas para poder trabajar en domingo.  Su idea era utilizar el castillo como fortaleza y como residencia real —castillo de realengo—, los demás lo serían de señorío. El alarife al que encargó su diseño y construcción parece ser que fue Pere Salvá, al que también se le atribuye el Palacio de la Almudaina.

Castillo Bellver panorama

C BELLVER ARQUERÍAS

No me cabe duda de que los conocimientos en Munatoria —el arte de fortificar— de este ingeniero militar eran avanzados, pues el Castillo de Bellver presenta ya muchos rasgos que más tarde serían frecuentes  en las fortalezas renacentistas, aunque parece ser que para su diseño se inspiró en el Herodión, el palacio-fortaleza del Rey Herodes el Grande.

C Bellver ArqueríasI) Se dice que sus formas redondeadas son infrecuentes en la arquitectura militar europea, lo que no es exacto, pues existen numerosos ejemplos de lo contrario, como el Castillo de Sant´ Angelo en Italia, los Castillos de York, St. Mawes y Pendenis en el Reino Unido, el Castillo de Wynendale en Bélgica, la Fortaleza Real Felipe en Perú y los Castillos de Caleta de Fuste y de San Juan Bautista en España, si bien, los dos últimos localizados en las Islas Canarias, son de una época posterior.

CASTILLO SJ BAUTISTA

Castillo de San Juan Bautista, Tenerife

II) Las formas curvas conseguían una mejor defensa de la fortaleza cuando era sometida a asedio, pues eliminaban los ángulos muertos, permitiendo mejores vistas sobre los atacantes y, además, ofrecían una superficie que favorecía el rebote de los bolaños, o proyectiles pedreros que la primitiva artillería disparaba contra las murallas.

Artillería de asedioIII) Por delante de los muros del castillo y de su foso, Pere Salvá dotó a la fortificación de unas barbacanas o antemurallas, es decir, una plataforma defensiva más baja, de muros almenados inclinados hacia el exterior —escarpas—, con un segundo foso adelantado en la zona más expuesta y con un adarve, o camino de ronda de gran anchura, cuyo propósito era, por un lado, alejar lo más posible las torres de asalto de las murallas en caso de asedio y, por otro, servir para emplazar y trasladar con yuntas de bueyes, las bombardas que se disponían en las cañoneras abocinadas existentes entre las almenas (se ven muy bien en la foto aérea que encabeza esta entrada). Desde estas piezas se hacía fuego rasante, con el fin de impedir el avance de los zapadores e infantería enemiga, así como evitar que aproximaran sus máquinas de asedio.

AsedioIV) El diseñador del castillo también ensanchó la base de sus muros desde el foso, inclinándolos hacia el exterior, creando lo que se conoce con el nombre de alambor o rebotadero. Este elemento servía para dos fines: dar mayor estabilidad y resistencia a la base de la fortaleza para resistir el peso de muros más gruesos y, que los bolaños —piedras redondeadas— y demás proyectiles que se arrojaban desde las almenas sobre los asaltantes que hubieran podido ganar el foso, chocaran contra su superficie y rebotaran, mejorando su capacidad de ofender al mesnadero que se encontrara por esos andurriales, lo que también se conseguía desde las saeteras de palo situadas sobre los alambores.

Muro alamboradoSección muro alamboradoV) En la coronación de la torre principal que, por encontrarse separada del resto de la fortaleza se denomina torre albarrana —aunque suene fatal—, se aprecia una corona de matacanes o ladroneras, suerte de voladizo sin suelo, por el que los defensores podían protegerse y arrojar toda clase de objetos ofensivos o líquidos ardientes a los sitiadores que desearan ganar su puerta, o también agua, en el caso de que la incendiaran.

Torre albarranaVI) Desde siempre, los tratadistas en materia de fortificaciones, mantuvieron sesudas discusiones sobre cuántos caballeros eran necesarios para tomar una fortaleza, cuestión que no fue zanjada hasta principios del S.XX, cuando don Pedro Muñoz Seca, en su famosa astracanada en cuatro actos La venganza de Don Mendo, determinó que “Para asaltar torreones / cuatro Quiñones son pocos / hacen falta más . . . quiñones”. Quedando esta cuestión dirimida para siempre 🙂

Torre albarrana 2

VII) El patio de armas, auténtico corazón de Bellver, es de planta circular y cuenta con dos órdenes de galerías en su perímetro interior, que denotan su empleo palacial, aparte del defensivo. El primero forma un soportal con arcos de medio punto y el segundo, con arcos apuntados con un parteluz o columna central, que en su tímpano decorativo superior dibuja una sencilla lacería gótica con óculos trilobulados. Bajo el patio hay un algibe de recogida del agua de lluvia, algo habitual en los castillos, para poder disponer del preciado líquido durante los sitios prolongados, ese es también  el motivo de que en el centro del patio exista un brocal de pozo.

Patio de armasVIII) Por circunstancias de la Historia, esta fortificación apenas sufrió asaltos, salvo los de la guerra contra los catalanes y la llamada Rebelión de las Germanías contra el Emperador Carlos I, que tuvo lugar en 1.521. Tras dejar de emplearse como residencia real, se utilizó como prisión con cierta frecuencia, comenzando por alojar a la mujer e hijos de Jaime III. En 1.717 pasó formalmente a ser la Prisión Militar de Palma y, entre sus paredes estuvo confinado el Ilustrado Melchor Gaspar de Jovellanos por sus desavenencias políticas con Manuel Godoy, Primer Ministro del Rey Carlos IV. En 1.976 se restauró el Castillo, siendo hoy día de propiedad municipal y destinado a Museo de Historia de la Ciudad de Palma, cubriendo el periodo entre los asentamientos talayóticos y la actualidad, lo que es un digno fin para un monumento de su porte, que cuenta ya con ocho siglos de antigüedad.

Hércules

Estatua de Hércules con sus atributos: la porra de madera de olivo y la piel del León de Nemea como señales de su fuerza, parte de las esculturas del Museo de Historia de la Ciudad de Palma.

Vistas del bosque de pinos en cuyo centro se enclava el Castillo de Bellver.

Bosque de pinos de Bellver

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Créditos: Fotografías del autor, salvo los croquis y grabados y las dos vistas aéreas que son de Wikimedia Commons .

Nota del 06/06/2.014: Agradezco a Mallorca Insólita @mallorcainsolit sus oportunas observaciones para mejorar esta entrada y corregir sus erratas.

“Los museos de verdad son los sitios en los que el tiempo se transforma en espacio”. Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura 2.006.

Las medianías del S.XIX, fueron testigos del gran debate entre el inglés John Ruskin y el francés Eugène Viollet-le-Duc. El primero, crítico de arte y autor de “Las siete lámparas de la Arquitectura”, defendía el romanticismo de las ruinas como parte del legado de nuestros ancestros, las cuales deberían de ser conservadas tal cual se hallaban. El segundo, arquitecto, sostenía que la preservación de los monumentos antiguos no tenía sentido si no eran rehabilitados y destinados a un uso actual.

La controversia nunca llegó a resolverse del todo, aunque puede afirmarse, con las debidas cautelas, que hoy día los criterios de rehabilitación de edificios y monumentos van más por la vía que sostenía el arquitecto francés. Y ese dilema debió suscitarse a la hora de decidir qué hacer con el baluarte de Sant Pere.

La ubicación privilegiada de esta antigua fortaleza en el centro de Palma, frente al mar y flanqueada por Sa Riera que hacía de foso natural, así como los muchos años de abandono que llevaba padeciendo, movió a las Instituciones a instalar entre sus recias murallas el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma, encargándose el proyecto al mallorquín Estudio de Arquitectura STC formado por los arquitectos Vicente Tomás y Ángel Sánchez-Cantalejo, que contaron con la colaboración de los hermanos Luis y Jaime García-Ruíz, también arquitectos.

Es Baluard y Sa Riera

Es Baluard y Sa Riera

Los cuatro proyectistas diseñaron una sobria construcción de hormigón visto de color blanco, acero, vidrio y madera, con unas terminaciones neutras que “dialogaran” de forma natural con las nobles piedras de marés que conforman los muros y contrafuertes de la antigua posición costera. La disposición de espacios y la distribución de recorridos añadió valor a la nueva instalación, de tal manera que se crearon zonas de exposición exteriores e interiores, con el propósito de facilitar su relación con la ciudad que las rodea y con el mar, vía por la que un día arribaron visitantes menos amigables de los que hoy recibimos y que en definitiva, fueron los que dieron el sentido original a la existencia del bastión defensivo.

Vistas de Es Baluard. Pulsar sobre las fotos para ampliarlas.

La comunicación entre los espacios expositivos es lineal, a través de largos pasillos y de rampas que nos conducen de forma natural por las distintas salas y terrazas donde se exponen las colecciones del Museo.

Rampas exteriores

Rampas exteriores

Casi todas las obras mostradas en el  interior del Museo, pueden contemplarse bajo una agradable iluminación natural que se tamiza a través de unos lucernarios a 90º en su techo; estos elementos, además sirven para regular las diferencias en la intensidad de la luz natural que llega a las salas en cada estación del año. Y hablando de luz, podría decirse que Es Baluard tiene dos caras: la diurna, donde la fuerte insolación mediterránea hace resaltar al color blanco de sus muros de hormigón y, la nocturna, más cálida, que realza con iluminación eléctrica los antiguos muros de piedra de marés.

Patio central

Es Baluard, Patio central

Terraza de la cafetería

Es Baluard, terraza de la cafetería al añochecer

El Museo posee una zona de exposiciones permanentes con obras pictóricas, escultóricas y fotográficas de artistas relacionados con las Baleares del siglo XX a la actualidad, entre los que encontramos a Antoni Ribas, William Degouve, Ricard Ackermann, Arnaldo Pomodoro y muchos otros.

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En Es Baluard también se organizan numerosas exposiciones temporales que vienen a dar vida y movimiento a una institución museística que es de todo menos estática, lo que hace atractiva su visita con cada nueva inauguración. Como aficionado a la fotografía, me llamó la atención la denominada Reproductibilitat 1.1 y entre sus obras, el impresionante retrato titulado Konstantina de Pierre Gonnord y el tríptico Prosper I de Francisca Martí.

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Pero este Museo es mucho más que un lugar en el que solamente se enseñan obras de arte, pues su utilidad para el ciudadano o visitante de Mallorca va más allá de la mera contemplación de colecciones artísticas. Me gustaron mucho sus terrazas, de grandes superficies con suelos de piedra o madera, donde también se exponen esculturas y se encuentran recoletos rincones con sofás y sillones que invitan a tomarse un respiro y a charlar o leer en un entorno diferente.

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Desde los adarves —camino de ronda de las murallas en la parte más alta de la fortaleza—, se contemplan buenas vistas de la Catedral, de la Bahía de Palma, del Barrio de Santa Catalina y, más a lo lejos, del Castillo de Bellver, conformando una atalaya privilegiada desde la que disfrutar de los espectaculares amaneceres o atardeceres que nos regala el cielo mallorquín. En definitiva, cuando se visita Es Baluard se puede sentir cómo se produce esa mágica transformación del tiempo en espacio que, tal como afirmaba Orhan Pamuk, es la que lo convierte en un Museo de verdad.

Catedral de Palma

Catedral de Palma de Mallorca

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En el siglo XVI Mallorca era un centro neurálgico del tráfico comercial del Mediterráneo, amenazado permanentemente por las visitas indeseadas de piratas venidos de Berbería, o de corsarios patentados por naciones en conflicto con el Imperio Español, entre ellos el tristemente célebre Khairad-din (Barbarroja) o el odiado renegado turco Hardín Cachidiablo (Drub El Diablo).

BARBARROJA

El temible pirata turco Barbarroja

Situaciones parecidas se daban en todas las posesiones del Imperio, lo que llevó a S.M. el Rey don Felipe II a despachar Ingenieros Militares que proyectaran y desarrollaran planes de fortificación en los puntos con mayor riesgo de sufrir ataques y expolios. En el caso de Mallorca fue el ingeniero Giacomo Palearo, el que inició en el año 1.575 la construcción del bastión de Santa Catalina, nombre de la puerta medieval y del antiguo barrio de pescadores situado a poniente del enclave. La fortaleza fue llamada también bastión de Santa Creu, por la parroquia próxima y baluarte de Sant Pere, por el nombre de una de las calles laterales, de donde procede su denominación actual de Es Baluard.

En el Renacimiento, la Artillería —Ultima ratio Regis— ya se había enseñoreado de las batallas terrestres y navales; ello obligó a los Ingenieros Militares a diseñar masivas fortificaciones de forma poligonal o adiamantada, con perfiles más bajos y parapetos más anchos que los de los castillos medievales, con la particularidad de que sus muros se construían con una pendiente hacia el exterior —la escarpa—, de entre 15º y 20º, cuyo propósito era favorecer el rebote de las granadas de la artillería enemiga al incidir en ellos y así impedir la penetración de la muralla.

ARTILLERÍA DEL RENACIMIENTO

Inusual cañón de retrocarga del S.XVI

El último ataque importante que sufrió Es Baluard ocurrió en fecha tan próxima como el 11 de Enero de 1.963 y logró derribar buena parte de sus muros, según la noticia que publicó El Diario de Mallorca. Los piratas esta vez se presentaron bajo la forma de especuladores inmobiliarios, que atentaron sin reparo contra los restos de la posición, pese a que ésta había sido declarada Monumento Nacional. Pero no salieron indemnes pues, tal como relató la prensa de la época, los culpables fueron apresados y condenados a sufragar la reconstrucción de la muralla demolida por la mina que mandaron colocar y además, a otras penas de prisión.

Y ahora tú, querido lector, dime si estás más de acuerdo con las teorías de John Ruskin que hubieran aconsejado dejar el Baluarte de Sant Pere en el estado en que se hallaba o, por el contrario, apoyas las tesis de Eugène Viollet-le-Duc y prefieres ver esta fortificación reconvertida en la institución cultural de primer orden que disfrutamos hoy . . . el debate aún sigue en pié.

Créditos: Fotografías del autor, las imágenes de personajes históricos son de Wikimedia Commons y las dos fotos nocturnas de Es Baluard han sido cedidas al autor por la propia institución.