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Si cerca de la biblioteca tenéis un jardín, ya no os faltará nada”. Cicerón, jurista, filósofo, político y orador romano.

El hecho de que Mallorca cuente notables jardines de carácter histórico es poco conocido y es bueno difundir su existencia para poder apreciar parte del rico patrimonio isleño. Se considera que un Jardín Histórico es aquel espacio construido con elementos naturales de elevado valor ornamental o botánico, con independencia de que gocen o no de algún grado de protección Oficial.

Organizado por la Asociación Cultural Patrimonio Histórico del Mediterráneo, entidad promotota del Proyecto Itinerem, con la ayuda de la Obra Social La Caixa en el marco del Año Europeo del Patrimonio Cultural y a comienzos de Junio, se celebraron las Primeras Jornadas sobre los Jardines Históricos de Mallorca, en las que se mostraron jardines públicos y se abrieron algunos privados de diferentes orígenes, cuyas características fueron descritas por los conocidos Historiadores de la Isla Jaume Llabrés, Beni Aguiló, Tomàs Vibot e Irene Cabrer.

En general, los jardines mallorquines son del llamado tipo mediterráneo y carácter austero, nada que ver con los manicurados jardines franceses o ingleses de verdes praderas y cuidados parterres, pues en las Baleares el agua siempre ha sido un bien escaso y su aprovechamiento muy mirado, la consecuencia de este condicionante es que los mayores jardines isleños se localizan en localidades próximas a la Serra de Tramuntana, por ser el lugar más húmedo de la Isla.

Los Jardines de la Cartuja de Valldemossa son un ejemplo representativo de lo dicho, pues en su construcción inicial como palacio del Rey Sancho se incluyó un acueducto que condujera agua desde la Serra hasta el recinto. El Historiador Jaume Llabrés expuso en la conferencia de apertura de las Jornadas que la Cartuja se fundó en 1399, tras la cesión Real de las posesiones de Valldemossa a los Frailes Cartujos y que la comunidad inicial de trece frailes, construyó otras tantas huertas en cada una de sus celdas individuales cuyo fin era el cultivo de legumbres y verduras para su sustento. Con la Desamortización de Mendizábal (1836), la Cartuja pasó a ser de propiedad estatal y parte de ella se vendió como residencias particulares, de ahí la transformación de las huertas monacales en jardines ornamentales, tal como explicó María Antonia Bauzá de Mirabó, actual Gerente de Sa Cartoixa. El cierre de la sesión inaugural contó con la maravillosa intervención de un trío de músicos formado por violoncello, guitarra clásica española y mezzosoprano, de la Escola de Música Ireneu Segarra.

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Alfabia, la conocida casa señorial en las proximidades de Bunyola abrió la segunda Jornada. Su visita, guiada por el Historiador Tomàs Vibot tuvo un significado especial, puesto que se reservó en exclusiva para un grupo de adolescentes en riesgo de exclusión social integrados en el Projecte Naüm. Los chicos disfrutaron de las sencillas explicaciones de Tomàs que moviendo su interés, fue desgranando el origen árabe de esta gran possessió mallorquina y su evolución a través de los siglos desde alquería agrícola a casa noble, a la que sus sucesivos propietarios dotaron de umbríos jardines de inspiración entre tropical e inglesa, regados gracias al caudaloso manantial que posee la finca. Al llegar al salón de la casa, Tomàs relató la turbulenta biografía de don Pedro de Santacilia y Pax —uno de los Señores de Alfàbia— como si de un episodio de Juego de Tronos se tratara, lo que divirtió sobremanera a los jóvenes concurrentes.

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Enclavado en la costa norte de Mallorca, sobre una pronunciada ladera de la Serra de Tramuntana, el Monasterio de Miramar fue fundado en 1278 por el mallorquín Ramón Llull como Escuela de Lenguas Orientales. En 1872 fue adquirido por el Archiduque Luis Salvador de Austria que transformó de forma notable el lugar, incorporando entre otros elementos, un jardín de estilo bizantino y parte de lo que fue el claustro gótico  del Convento de Santa Margalida, de Palma (siglo XIII). Los Jardines de Miramar son austeros y se desarrollan entre los muchos bancales que posee la finca, todos con espectaculares vistas hacia el mar; entre ellos puede verse una curiosa fuente de planta triangular y estilo italiano con un estanque lleno de carpas, unos parterres que recuerdan a las figuras geométricas de Ramón Llull, los empinados canales de recogida y distribución de agua a los bancales y un jardín de cipreses. Esta vez fue la Historiadora Beni Aguiló la que nos guió por los entresijos de esta antigua possessió y de los hechos históricos que la rodearon.

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La situación geográfica del Valle de Sóller lo mantuvo aislado del resto de la isla durante largo tiempo, de tal modo que la vía más rápida de comunicarse con Palma era por barco, porque la otra opción era cruzar la Serra de Tramuntana por fragosos caminos de herradura. Esta circunstancia y la insuficiencia de recursos forzó la emigración de muchos sollerics hacia Puerto Rico, Cuba y otros países Hispanoamericanos, así como a Francia y Centroeuropa entre mediados del siglo XIX y el primer tercio del XX. El carácter emprendedor de los expatriados les permitió hacer fortuna, pues eran hábiles artesanos y conocedores del comercio de la fruta. Los sollerenses retornados reinvirtieron sus ganancias en el pueblo, edificando buenas residencias y embelleciendo los edificios públicos. A su regreso, se trajeron el gusto por el estilo arquitectónico que primaba en Europa, entre ecléctico y modernista en el que no faltaban cuidados jardines, que ayudaban a ser una seña distintiva del estatus económico logrado por los que emigraron. Este es el caso de Can Canals, Can Falet o Can Moratal, residencias particulares cuyos jardines nos fueron mostrados con orgullo por la Historiadora local Irene Cabrer, apasionada por la herencia cultural de su patria chica.

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Pero Diego Zaforteza, promotor del Proyecto Itinerem aún nos reservaba una sorpresa a modo de Grand Finale, pues el cierre de las Jornadas tuvo lugar en Son Vich de Superna, possessió situada en el municipio de Puigpunyent, al final del umbrío Valle de Superna, en pleno corazón de la Serra de Tramuntana. El lugar es húmedo y adecuado para los vinos de altura, pero es que además de las viñas, la casa posee unos fantásticos Jardines Románticos recuperados a lo largo de los años con suma paciencia y dedicación por Gabriel Sampol, hombre hecho a sí mismo y propietario de la finca. Estos jardines se destinan al disfrute familiar y también a la contemplación, aquello que el Historiador Jaume Llabrés definió como la recreación en la Naturaleza, mediante la escucha del paso de la brisa, de los murmullos del agua y del canto de las aves.

Entonces fue cuando comprendí el significado de la frase de Cicerón que encabeza esta entrada.

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Un terrateniente no puede cultivar sus tierras sin extender el bienestar a su alrededor. Los cultivos ricos, campesinos satisfechos y un paisaje rural próspero son las recompensas por sus esfuerzos”. Antoine-Laurent de Lavoisier.

Las possessions mallorquinas eran grandes fincas dedicadas a las actividades propias del Sector Primario: agricultura, ganadería, apicultura, caza o explotación forestal. Dada su actividad, fueron intensivas en mano de obra hasta que a mediados del  siglo XIX se introdujo en ellas cierto nivel de mecanización. Su época de esplendor y decadencia fue paralela a las de las grandes casas que se dieron en las orillas europeas del Mediterráneo Occidental, rasgos que se describen muy bien en El Gatopardo, maravillosa película de 1967 dirigida por Luchino Visconti.

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Campos de labor en Es Calderers, en primer término se ve una noria de las llamadas «de sang» en las que una mula con anteojeras daba vueltas para mover los canjilones que extraían el agua del pozo.

En Mallorca llegaron a existir cerca de 1.300 possessions repartidas por toda la isla, según el censo que aparece reflejado en el conocido mapa del Cardenal Despuig cuya publicación data de 1785.

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Plano de 1785 del Cardenal Despuig en el que se representan las casi 1300 possessions que existían en Mallorca a finales del siglo XVIII. Fuente: Wikimedia Commons.

Durante más de cinco siglos las possessions sustentaron a gran parte de los mallorquines y fueron un pilar fundamental en la economía isleña si bien de forma local, pues el transporte de mercancías desde las zonas agrícolas de Mallorca al resto de la isla o a sus puertos, se hacía con carretas o en trenes de mulas y era muy costoso. La industrialización de los campos mallorquines fue relativamente tardía y siempre estuvo circunscrita a los elevados costes de importación de las máquinas.

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Camino carretero a Raixa.

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Máquina de confeccionar pacas de paja para alimentar al ganado, principios del siglo XIX, Granja de Esporlas.

El origen de las possessions puede rastrearse hasta la Mallorca islámica en la que existieron diversas alquerías en lugares con abundancia de agua y tierras cultivables (Alfabia, Raixa, Fornalutx). Tras la toma de la isla en 1229 por Jaime-I el Conquistador, Rey de Aragón, se produjo su repartiment entre los Nobles Caballeros que colaboraron en la Conquista y el propio Rey, con el fin de que cada uno gobernara sus tierras conforme a los usos del feudalismo que regía aquellos tiempos.

Los Senyors, descendientes de aquellos Caballeros que acompañaron al buen Rey Don Jaime-I y que formaron la nobleza isleña, fueron los propietarios originales de las tierras. Con el tiempo, las particiones hereditarias y las necesidades económicas de algunos nobles, facilitaron el que familias de la burguesía y del campesinado acomodado se convirtieran también en terratenientes, situación que se dio en época tan temprana como el siglo XIV, caso de la Familia Ballester de Manacor.

Al margen de quienes fueran sus propietarios, el funcionamiento de las possessions requería del concurso de varias figuras esenciales:

El Amo era el hombre de confianza del senyor, pues su cometido era el de ser su administrador —Director General lo llamaríamos hoy— y como consecuencia era el responsable de la producción y del personal que laboraba la finca; su trabajo lo desarrollaba a cambio del pago al senyor de una renta anual en metálico. En otras casas, la gestión recaía en el Amitger el cual acordaba con el propietario los derechos y obligaciones correspondientes a cada uno, pero lo más importante era que en dicha relación se establecía el sistema de reparto de ganancias. El tercer modelo de gestión habitual en estas fincas era la contratación de un Mayoral que dependía del senyor, que a cambio le abonaba un salario por sus servicios. 

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Despacho del Amo de Es Calderers.

La Madona era la mujer del amo, del amitger o del mayoral, según los casos, y sus habilidades eran tan necesarias como las de su marido para el buen funcionamiento de las possessions, dado que de ella dependía todo lo relativo al orden doméstico y la alimentación, tanto de los senyors, como de los pagesos. Empleando la terminología actual se podría afirmar que la madona era la Directora de Logística de la possessió.

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Cocina de senyors, Es Calderers.

Los Pagesos formaban la fuerza laboral que se encargaba de las tareas del campo, así como de las bestias y maquinaria al servicio de la producción. Dos tipos de operarios trabajaban en las possessions: los que hoy llamaríamos fijos de plantilla, conocidos como Missatges, que según sus oficios eran parellers, pastors, porquers, bovers o garriguers y los trabajadores temporeros, que ejercían su actividad estacional como bracers, exsecalladors, podadors, margers, figueraleres o collidors d´ametllers, d´olives, etc.

Las llamadas Cases de Possessió eran el lugar donde además de las instalaciones productivas, se encontraban las residencias de sus habitantes; se disponían en sitios prominentes de la propiedad, siempre cerca de las tierras de labor. Su estilo arquitectónico suele denominarse Rústico Mallorquín, una forma de construir funcional que compartía muchos elementos comunes. En origen formaban un conjunto cerrado de carácter defensivo, pues no debe olvidarse que los ataques de piratas berberiscos fueron la triste constante en Mallorca, entre los siglos XIV al XIX.

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Torre defensiva en el acceso a Balitx d´Avall.

La Clastra o patio es el espacio alrededor del cual se organizan las diversas dependencias de la possessió como caballerizas, molino, tafona, celler, forn y otras zonas de producción, así como los alojamientos del personal y de los propietarios. Muchas clastras presentan un pavimento empedrado con pendiente hacia el sumidero de recogida de aguas pluviales de la cisterna, que para su extracción contaba con brocal dotado de jai, cubo y cucharón de cobre, así como con un gran árbol —palmera, almez, araucaria o plátano de sombra— como característica utilitaria y decorativa. La clastra era lugar de paso y el espacio en el que se desarrollaba gran parte de la actividad cotidiana.

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Clastra o patio de Sollerich, con brocal, cubo y cucharón.

Aunque las fachadas de les cases de possessió son austeras y habitualmente construidas con mampostería de ripio, las destinadas a los senyors poseían sencillos elementos ornamentales que denotaban su carácter: ventanas de mayor tamaño con o sin recercados labrados, balcones, entradas con escaleras, galerías porticadas y, a veces, los escudos de armas sobre el acceso. Los acabados de las fachadas del resto de edificios eran de notable sencillez.

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Fachada principal de Es Calderers con la puerta sobreelevada y dos leones yacentes protegiendo la entrada.

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Puerta blasonada de acceso principal a Sollerich y detalle parcial de su fachada, que está confeccionada con mampostería careada de piezas regulares colocadas a matajunta. Sobre la clave del arco se aprecia el Escudo de Armas de los Marqueses de Sollerich.

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Escalera de entrada desde la clastra a la casa de los senyors de Alfàbia, su puerta está recercada con jambas y dintel con frontón de fina labra renacentista.

En los interiores de los inmuebles era donde se apreciaba la evidente diferencia de clases sociales que rigió durante tantos siglos en la sociedad mallorquina. El lujo era la norma en los salones de entrada y de recibir, también en los alojamientos privados de los senyors, de los invitados y de sus hijos, así como en la Capilla —casi todas las possessions tienen una— y continuaba por el resto de la casa que solía contar con cocinas separadas para los senyors y los operarios.

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Salón de retratos en Alfàbia.

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Salón de entrada a Es Calderers, con bonitas bóvedas de arista formando su techo.

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Capilla barroca de Sollerich cuyas paredes y bovedas se encuentran completamente decoradas por frescos.

Las habitaciones del amo y de la madona aun siendo austeras, contaban con algún mobiliario; los alojamientos de los trabajadores eran básicos, pues aparte de los jergones y armarios para enseres, poco más tenían que alguna jofaina con su soporte, bancos y mesas para comer, siendo normal que los mozos de caballerizas durmieran en los establos junto a las bestias. Los temporeros se alojaban en barracones dotados de jergones y hogares con lumbre u hornillos para cocinar, siendo estricta la separación entre sexos en espacios independientes. Como curiosidad diré que en la visita a una de las possessions, me comentaron que los temporeros solían agruparse por pueblos de manera espontánea, mezclándose poco entre ellos, vaya usted a saber por qué extraños recelos vecinales.

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Dormitorio del Amo y de la Madona, con bacinilla sobre la cama y un maridín o calientapiés en la pared, Es Calderers.

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Dormitorio de trabajador cuyo lecho es un sencillo jergón de paja, Es Calderers.

En el siglo XVIII la Ilustración aportó nuevos aires a la vida mallorquina y los propietarios de las possessions no fueron ajenos a ellos, pues al fin y al cabo casi siempre formaron parte de una élite bien formada que poseía buenas bibliotecas en sus casas —Alfàbia, Es Calderers o la Granja de Esporlas, son buenos ejemplos de ello—. Del mismo modo, contar con bellos jardines fue otra aportación de la época que ayudó a embellecer aún más las residencias de los terratenientes, casos de Raixa, Alfàbia o Son Berga Nou entre otras.

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Biblioteca de Alfàbia, entre sus volúmenes se encontraba el original del «Llibre del Repartiment del Rei Jaume-II», del siglo XIV, hoy día conservado por la Consejería de Cultura.

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Escalera de Apolo en los jardines de Raixa, ordenados construir por el Cardenal Despuig, hermano del Conde de Montenegro.

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Galería de hidrías para juegos de agua en Alfàbia.

Hace tiempo que las possessions dejaron de ser uno de los motores de la economía isleña. De las que aún perviven, algunas están abiertas al público para su visita como auténticos testimonios antropológicos de un pasado que no volverá, pero que fue muy importante en la vida mallorquina, es el caso de Alfàbia, Es Calderers o la Granja de Esporlas; otras fueron compradas por la Administración para su disfrute público como Raixa, Son Amer, Son Figueroles, Son Fortuny o Son Moragues; también las hay que se vendieron y hoy día son alojamientos de lujo en los que además, se desarrollan actividades de corte ecológico, como Pedruxella Gran. Un buen número de possessions pertenecen a los herederos de los antiguos propietarios a los que cada vez cuesta más sostener sus centenarias casas, dado que el mantenimiento del patrimonio monumental siempre fue tarea costosa en términos económicos y dedicación; muchas otras se encuentran cerradas y en diversos estados de conservación, esperando volver a encontrar su lugar en un futuro incierto.

Al documentarme para escribir este artículo me encontré con Itinerem, una iniciativa cuyo objetivo es la creación de un Itinerario Cultural del Consejo de Europa en torno a las casas rurales históricas del Mediterráneo, que en Mallorca son conocidas como possessions, en Cataluña como masías y en Sicilia como masserias; sus motores de desarrollo son la participación ciudadana, la difusión de nuestra Historia y el turismo cultural sostenible. Diego Zaforteza es su cabeza visible y aquí nos explica en dos minutos tan interesante proyectoque sin duda ayudaría a la conservación del patrimonio mallorquín, a la vez que serviría para promover un tipo de turismo alejado del de sol y playa, pero a su vez complementario a la actual oferta disponible en Mallorca como destino vacacional.

Galería fotográfica: pulsad en cualquier imagen para apreciarlas a mayor tamaño o verlas en forma de secuencia.

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C0C Básico

Nota del autor: Para la elaboración de esta entrada, no he recibido muestras de los  productos o servicios mencionados, ni incentivos o atención de ningún tipo, ni tampoco mantengo relación especial con los citados.

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“Dios creó el primer jardín y la primera ciudad, Caín”. Abraham Cowley poeta inglés.

Contaba en mi anterior entrada que en origen, la Casa y Jardines de Alfabia pertenecieron al Valí —Gobernador— musulmán de Mallorca, que sus trazas más antiguas se remontan, como mínimo, al año 1.170 y que su situación no fue elegida al azar, pues se encuentra a una hora a caballo desde el Palacio de la Almudaina, en la soleada ladera Sur del Coll de Sóller, bien protegida de los fuertes vientos de Tramontana por la propia Sierra y muy cerca de un manantial permanente que aflora a 60 m de altura por encima de la plataforma donde se ubica la casa.

ENTRADA ALFABIA

Agua abundante, terreno fértil, orientación al mediodía y un surgimiento a cierta altura formaban la combinación perfecta para que los hábiles jardineros e ingenieros hidráulicos musulmanes crearan bancales, tendieran acequias y plantaran las huertas y los jardines por los que son tan conocidos en España. Y al lugar lo llamaron Alfabia, topónimo que significa tinaja, por lo recogido del entorno y por el agua de la que disponía.

Se accede a la propiedad por una amplia avenida de corte romántico bordeada por plátanos de sombra, pero si al llegar a la puerta principal nos desviamos a la izquierda, veremos una curiosa escalinata de piedra alineada entre palmeras, que asciende hacia una fachada dieciochesca pintada con esos agradables y cálidos tonos albero desvaídos tan típicos del mediterráneo y que además, tiene una fuente adosada en su frente. Sobre la fuente, hay un escudo de armas con una representación de Hércules Invictus que preside una entrada jalonada por imperiales leones yacentes, signo de la importancia de esta possesió.

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A la derecha de la entrada vemos el decorativo recercado en piedra del hueco de ventilación del antiguo algibe de bóveda de cañón —llamado Baño de la Reina— que almacena agua para el riego de jardines y otros usos que luego se describirán;  se halla cubierto en su parte inferior por culantrillo y verdín debidos a la umbría y humedad de su interior.

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Traspasando la reja se encuentra un edificio de servicio, cuya sencilla cocina puede visitarse para comprobar que es muy parecida a la de cualquier otra casa payesa. Lo que ya no se parece a una casa payesa es la decorativa pérgola del XVIII, de aires entre mallorquines e italianizantes, que nace a las puertas de la cocina y que fue diseñada por el Arquitecto Isidro Velázquez, cuyos planos originales aún se conservan en la propiedad.

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La pérgola tiene un solado de canto rodado recercado con lajas de piedra de marés formando un diseño romboidal, con sus laterales jalonados por columnas de fuste ochavado coronadas a su vez, por arcos metálicos que favorecen el crecimiento de plantas trepadoras. En su parte final cuenta con una serie de hidrias —surtidores— de piedra que forman juegos de agua mediante el cruce de sus chorros, algo que era muy del gusto de la época de su construcción. Estos juegos pueden ser disfrutados por cualquiera que lo desee, siempre que encuentre y accione el pulsador que los pone en marcha.

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El rumor del agua es una relajante constante en los Jardines de Alfabia y, para apreciar mejor la tranquilidad de espíritu que su sonido nos transmite, recomiendo recorrerlos tras su apertura, o un par de horas antes de su cierre, cuando el tráfico de visitantes es menor.

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Antes de abandonar la zona de la pérgola, es aconsejable dar un vistazo a los bancales de cultivo que hay en sus inmediaciones, donde encontraremos plantados olivos, almendros, naranjos, limoneros, granados, higueras, algarrobos y encinas, todos ellos especies típicas de la isla. También podremos disfrutar de la vista de diversos animales de granja que por allí se crían.

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La parte baja de los jardines se desarrolla tras la casa, es de factura más reciente y se denomina Jardinet de la Reina, ya que fue remodelada para visita de S.M. la Reina Isabel-II en el año 1.859. Se trata de un exuberante jardín deciminónico que se desarrolla alrededor de unos estanques, entre los que apreciaremos palmeras y palmitos, castaños de Indias, un palo borracho —árbol sudamericano de tronco espinoso y espectacular floración rosa y blanca—, también cipreses, diversas especies de pinos, acacias, eucaliptos, bosquecillos de bambú, cedros, pinsapos, . . .

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No es extraño que este auténtico Jardín Botánico, armónico cruce de especies de todo el mundo, obtuviera en 1.954 una bien merecida declaración de Jardines Histórico-Artísticos y que, por la importancia que tuvo en la vida de la isla, pueda ser considerado como uno de los lugares de obligatoria visita, si se desea afirmar que se ha conocido la verdadera Mallorca.

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Información útil:

La Casa y Jardines de Alfabia se encuentran en la carretera Palma-Sóller, inmediatamente antes de la entrada al túnel, lado derecho sentido Sóller. El horario de visitas y disponibilidad de entradas conviene consultarlo en su página web dadas las posibles variaciones impuestas por las medidas de prevención del COVID-19. En Marzo de 2021 el precio de las entradas es de 5€ para residentes de Mallorca y 7,50€ para la entrada general.

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Créditos: Fotografías del autor bajo Licencia Creative Commons 4.0 Attribution-Share Alike. Para poder verlas a mayor tamaño pulsar sobre cada imagen.