Un terrateniente no puede cultivar sus tierras sin extender el bienestar a su alrededor. Los cultivos ricos, campesinos satisfechos y un paisaje rural próspero son las recompensas por sus esfuerzos”. Antoine-Laurent de Lavoisier.

Las possessions mallorquinas eran grandes fincas dedicadas a las actividades propias del Sector Primario: agricultura, ganadería, apicultura, caza o explotación forestal. Dada su actividad, fueron intensivas en mano de obra hasta que a mediados del  siglo XIX se introdujo en ellas cierto nivel de mecanización. Su época de esplendor y decadencia fue paralela a las de las grandes casas que se dieron en las orillas europeas del Mediterráneo Occidental, rasgos que se describen muy bien en El Gatopardo, maravillosa película de 1967 dirigida por Luchino Visconti.

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Campos de labor en Es Calderers, en primer término se ve una noria de las llamadas «de sang» en las que una mula con anteojeras daba vueltas para mover los canjilones que extraían el agua del pozo.

En Mallorca llegaron a existir cerca de 1.300 possessions repartidas por toda la isla, según el censo que aparece reflejado en el conocido mapa del Cardenal Despuig cuya publicación data de 1785.

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Plano de 1785 del Cardenal Despuig en el que se representan las casi 1300 possessions que existían en Mallorca a finales del siglo XVIII. Fuente: Wikimedia Commons.

Durante más de cinco siglos las possessions sustentaron a gran parte de los mallorquines y fueron un pilar fundamental en la economía isleña si bien de forma local, pues el transporte de mercancías desde las zonas agrícolas de Mallorca al resto de la isla o a sus puertos, se hacía con carretas o en trenes de mulas y era muy costoso. La industrialización de los campos mallorquines fue relativamente tardía y siempre estuvo circunscrita a los elevados costes de importación de las máquinas.

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Camino carretero a Raixa.

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Máquina de confeccionar pacas de paja para alimentar al ganado, principios del siglo XIX, Granja de Esporlas.

El origen de las possessions puede rastrearse hasta la Mallorca islámica en la que existieron diversas alquerías en lugares con abundancia de agua y tierras cultivables (Alfabia, Raixa, Fornalutx). Tras la toma de la isla en 1229 por Jaime-I el Conquistador, Rey de Aragón, se produjo su repartiment entre los Nobles Caballeros que colaboraron en la Conquista y el propio Rey, con el fin de que cada uno gobernara sus tierras conforme a los usos del feudalismo que regía aquellos tiempos.

Los Senyors, descendientes de aquellos Caballeros que acompañaron al buen Rey Don Jaime-I y que formaron la nobleza isleña, fueron los propietarios originales de las tierras. Con el tiempo, las particiones hereditarias y las necesidades económicas de algunos nobles, facilitaron el que familias de la burguesía y del campesinado acomodado se convirtieran también en terratenientes, situación que se dio en época tan temprana como el siglo XIV, caso de la Familia Ballester de Manacor.

Al margen de quienes fueran sus propietarios, el funcionamiento de las possessions requería del concurso de varias figuras esenciales:

El Amo era el hombre de confianza del senyor, pues su cometido era el de ser su administrador —Director General lo llamaríamos hoy— y como consecuencia era el responsable de la producción y del personal que laboraba la finca; su trabajo lo desarrollaba a cambio del pago al senyor de una renta anual en metálico. En otras casas, la gestión recaía en el Amitger el cual acordaba con el propietario los derechos y obligaciones correspondientes a cada uno, pero lo más importante era que en dicha relación se establecía el sistema de reparto de ganancias. El tercer modelo de gestión habitual en estas fincas era la contratación de un Mayoral que dependía del senyor, que a cambio le abonaba un salario por sus servicios. 

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Despacho del Amo de Es Calderers.

La Madona era la mujer del amo, del amitger o del mayoral, según los casos, y sus habilidades eran tan necesarias como las de su marido para el buen funcionamiento de las possessions, dado que de ella dependía todo lo relativo al orden doméstico y la alimentación, tanto de los senyors, como de los pagesos. Empleando la terminología actual se podría afirmar que la madona era la Directora de Logística de la possessió.

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Cocina de senyors, Es Calderers.

Los Pagesos formaban la fuerza laboral que se encargaba de las tareas del campo, así como de las bestias y maquinaria al servicio de la producción. Dos tipos de operarios trabajaban en las possessions: los que hoy llamaríamos fijos de plantilla, conocidos como Missatges, que según sus oficios eran parellers, pastors, porquers, bovers o garriguers y los trabajadores temporeros, que ejercían su actividad estacional como bracers, exsecalladors, podadors, margers, figueraleres o collidors d´ametllers, d´olives, etc.

Las llamadas Cases de Possessió eran el lugar donde además de las instalaciones productivas, se encontraban las residencias de sus habitantes; se disponían en sitios prominentes de la propiedad, siempre cerca de las tierras de labor. Su estilo arquitectónico suele denominarse Rústico Mallorquín, una forma de construir funcional que compartía muchos elementos comunes. En origen formaban un conjunto cerrado de carácter defensivo, pues no debe olvidarse que los ataques de piratas berberiscos fueron la triste constante en Mallorca, entre los siglos XIV al XIX.

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Torre defensiva en el acceso a Balitx d´Avall.

La Clastra o patio es el espacio alrededor del cual se organizan las diversas dependencias de la possessió como caballerizas, molino, tafona, celler, forn y otras zonas de producción, así como los alojamientos del personal y de los propietarios. Muchas clastras presentan un pavimento empedrado con pendiente hacia el sumidero de recogida de aguas pluviales de la cisterna, que para su extracción contaba con brocal dotado de jai, cubo y cucharón de cobre, así como con un gran árbol —palmera, almez, araucaria o plátano de sombra— como característica utilitaria y decorativa. La clastra era lugar de paso y el espacio en el que se desarrollaba gran parte de la actividad cotidiana.

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Clastra o patio de Sollerich, con brocal, cubo y cucharón.

Aunque las fachadas de les cases de possessió son austeras y habitualmente construidas con mampostería de ripio, las destinadas a los senyors poseían sencillos elementos ornamentales que denotaban su carácter: ventanas de mayor tamaño con o sin recercados labrados, balcones, entradas con escaleras, galerías porticadas y, a veces, los escudos de armas sobre el acceso. Los acabados de las fachadas del resto de edificios eran de notable sencillez.

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Fachada principal de Es Calderers con la puerta sobreelevada y dos leones yacentes protegiendo la entrada.

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Puerta blasonada de acceso principal a Sollerich y detalle parcial de su fachada, que está confeccionada con mampostería careada de piezas regulares colocadas a matajunta. Sobre la clave del arco se aprecia el Escudo de Armas de los Marqueses de Sollerich.

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Escalera de entrada desde la clastra a la casa de los senyors de Alfàbia, su puerta está recercada con jambas y dintel con frontón de fina labra renacentista.

En los interiores de los inmuebles era donde se apreciaba la evidente diferencia de clases sociales que rigió durante tantos siglos en la sociedad mallorquina. El lujo era la norma en los salones de entrada y de recibir, también en los alojamientos privados de los senyors, de los invitados y de sus hijos, así como en la Capilla —casi todas las possessions tienen una— y continuaba por el resto de la casa que solía contar con cocinas separadas para los senyors y los operarios.

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Salón de retratos en Alfàbia.

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Salón de entrada a Es Calderers, con bonitas bóvedas de arista formando su techo.

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Capilla barroca de Sollerich cuyas paredes y bovedas se encuentran completamente decoradas por frescos.

Las habitaciones del amo y de la madona aun siendo austeras, contaban con algún mobiliario; los alojamientos de los trabajadores eran básicos, pues aparte de los jergones y armarios para enseres, poco más tenían que alguna jofaina con su soporte, bancos y mesas para comer, siendo normal que los mozos de caballerizas durmieran en los establos junto a las bestias. Los temporeros se alojaban en barracones dotados de jergones y hogares con lumbre u hornillos para cocinar, siendo estricta la separación entre sexos en espacios independientes. Como curiosidad diré que en la visita a una de las possessions, me comentaron que los temporeros solían agruparse por pueblos de manera espontánea, mezclándose poco entre ellos, vaya usted a saber por qué extraños recelos vecinales.

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Dormitorio del Amo y de la Madona, con bacinilla sobre la cama y un maridín o calientapiés en la pared, Es Calderers.

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Dormitorio de trabajador cuyo lecho es un sencillo jergón de paja, Es Calderers.

En el siglo XVIII la Ilustración aportó nuevos aires a la vida mallorquina y los propietarios de las possessions no fueron ajenos a ellos, pues al fin y al cabo casi siempre formaron parte de una élite bien formada que poseía buenas bibliotecas en sus casas —Alfàbia, Es Calderers o la Granja de Esporlas, son buenos ejemplos de ello—. Del mismo modo, contar con bellos jardines fue otra aportación de la época que ayudó a embellecer aún más las residencias de los terratenientes, casos de Raixa, Alfàbia o Son Berga Nou entre otras.

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Biblioteca de Alfàbia, entre sus volúmenes se encontraba el original del «Llibre del Repartiment del Rei Jaume-II», del siglo XIV, hoy día conservado por la Consejería de Cultura.

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Escalera de Apolo en los jardines de Raixa, ordenados construir por el Cardenal Despuig, hermano del Conde de Montenegro.

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Galería de hidrías para juegos de agua en Alfàbia.

Hace tiempo que las possessions dejaron de ser uno de los motores de la economía isleña. De las que aún perviven, algunas están abiertas al público para su visita como auténticos testimonios antropológicos de un pasado que no volverá, pero que fue muy importante en la vida mallorquina, es el caso de Alfàbia, Es Calderers o la Granja de Esporlas; otras fueron compradas por la Administración para su disfrute público como Raixa, Son Amer, Son Figueroles, Son Fortuny o Son Moragues; también las hay que se vendieron y hoy día son alojamientos de lujo en los que además, se desarrollan actividades de corte ecológico, como Pedruxella Gran. Un buen número de possessions pertenecen a los herederos de los antiguos propietarios a los que cada vez cuesta más sostener sus centenarias casas, dado que el mantenimiento del patrimonio monumental siempre fue tarea costosa en términos económicos y dedicación; muchas otras se encuentran cerradas y en diversos estados de conservación, esperando volver a encontrar su lugar en un futuro incierto.

Al documentarme para escribir este artículo me encontré con Itinerem, una iniciativa cuyo objetivo es la creación de un Itinerario Cultural del Consejo de Europa en torno a las casas rurales históricas del Mediterráneo, que en Mallorca son conocidas como possessions, en Cataluña como masías y en Sicilia como masserias; sus motores de desarrollo son la participación ciudadana, la difusión de nuestra Historia y el turismo cultural sostenible. Diego Zaforteza es su cabeza visible y aquí nos explica en dos minutos tan interesante proyectoque sin duda ayudaría a la conservación del patrimonio mallorquín, a la vez que serviría para promover un tipo de turismo alejado del de sol y playa, pero a su vez complementario a la actual oferta disponible en Mallorca como destino vacacional.

Galería fotográfica: pulsad en cualquier imagen para apreciarlas a mayor tamaño o verlas en forma de secuencia.

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