Creo que la forma de vida de las personas está relacionada con la arquitectura. Tadao Ando, Arquitecto.
Y en la Mallorca medieval la vida de muchos isleños dependía de la Arquitectura Militar para su protección frente a los ataques que sufrían tanto de merodeadores exteriores, como de facciones enfrentadas entre los propios pobladores. Por eso no es de extrañar que desde el tiempo de la ocupación romana haya restos de fortificaciones en el Puig de Santueri, estando ya consolidadas en 1229, cuando las tropas aragonesas del Rey Jaime-I El Conquistador ganaron la isla para la Cristiandad.
Tras la conquista y subsiguiente reparto de los terrenos tomados a los musulmanes, el Castillo fue otorgado a Nuño Sancho, Conde de Rosselló y Cerdaña, además de tío y tutor del propio Rey. En 1241 el Conde murió sin descendencia y la fortificación volvió a Jaime-I, pasando a tener la categoría de castillo de realengo, es decir, de propiedad real.
La historia de nuestra fortaleza fue tan agitada como la de la isla, cayendo en 1284 bajo el asedio de las tropas del Rey Alfonso-III El Franco de Aragón, que en pocos días lo arrebató a Jaime-II de Mallorca por un quítame allá esos vasallajes, disputas que se saldaron en 1295 mediante el Tratado de Anagni, de complejo acuerdo porque hubo de ser suscrito por el Papa Bonifacio VIII y los Reyes Jaime II de Aragón, Felipe IV de Francia y Carlos II de Anjou, con el propósito de finalizar los conflictos aparecidos a raíz de la conquista aragonesa del Reino de Sicilia por Pedro III de Aragón. El tratado tuvo como consecuencia que el Rey aragonés Alfonso-III devolviera las Baleares a Jaime-II, a cambio de que éste mantuviera su vasallaje.
Los siglos XIV, XV y XVI no fueron menos complicados, pues de un modo u otro, Mallorca siempre estuvo en el ojo del huracán. Ataques berberiscos, Guerra de las Germanías y un sinfín de conflictos permanentes que pasando el tiempo fueron menguando, hasta que en 1881, cumplidas con creces sus funciones militares, el castillo fue vendido a un particular y hoy día sigue siendo de titularidad privada.
Situado en la Serra de Llevant, término municipal de Felanitx, en un mogote a 423 m de altura sobre el nivel del mar y sometido a las brisas marinas, de la antigua fortificación apenas quedan algunas ruinas, cuya parte más imponente está compuesta por los restos de lienzos de muralla y cuatro torres en su frente de acceso principal. Su perímetro de unos 600 m de longitud, limita una superficie de casi 4,30 hectáreas donde se encerraban los pobladores de los predios vecinos para defenderse y resistir prolongados sitios, ya que contaban con superficies cultivables y de recogida de agua, tal como se podrá adivinar por los restos de las obras para la vida y subsistencia de la fortaleza que se pueden apreciar en el recinto interior: trazas de algibes, horno, molino de “sangre” (de tracción animal), cocina, almacenes, establos, . . .
Gracias a la altura dominante de la cota en la que se enclava el castillo, su vuelta al horizonte goza de estupendas vistas del Noreste y Sureste mallorquín, lo que hace que en días claros y sin calimas, se puedan vislumbrar hasta las islas de Cabrera y de Menorca. Los amaneceres y puestas de sol desde este lugar han de ser maravillosos, algo de lo que hoy por hoy no se puede disfrutar, debido a los horarios de apertura de la instalación, para preservar su seguridad como lugar histórico y prevenir el potencial peligro de despeñamiento de visitantes descontrolados.
A pesar de contar desde 1949 con la calificación de Bien de Interés Cultural y de los esfuerzos del Consell de Mallorca y de sus propietarios, el estado de conservación de los restos no es ideal y de hecho, con la salvedad del frente principal, la mayor parte de sus murallas han desaparecido o están a punto de hacerlo por el elevado nivel de deterioro que presentan y la pérdida de sus secciones resistentes. Ante su vista uno se interroga sobre si ciertas partes de muralla que aún resisten en pie serán capaces de soportar el siguiente temporal de lluvia y viento que azote la zona. Aún así, entre sus longevas paredes pueden apreciarse los restos de una bonita fábrica de mampostería espigada, la bóveda de cañón del acceso principal y las ménsulas de soporte de los antiguos matacanes que defendían el paño principal de la muralla del castillo.
A pesar de todo, la vista a este histórico lugar merece la pena y se puede hacer con niños, según las recomendaciones de nuestros amigos de Turisme Petit. Para acceder sólo hay que dirigirse al final de es Cami des Castell, s/n, 07702 Felanitx, Islas Baleares y su horario de verano de 10:00 a 18:30 h. El coste de la visita es de cuatro Euros por adulto, siendo gratuita para niños.
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