Esfinge: Monstruo fabuloso, generalmente con cabeza, cuello y pecho humanos, cuerpo y pies de león. Del diccionario de la R.A.E.

En compañía de un buen amigo nos acercamos a Artà, ese precioso pueblo del Levante Mallorquín que según los palmesanos, se encuentra próximo al más allá. Elegimos mal día, era domingo y menos el mercadillo callejero alrededor de la Plaza del Agua, todo estaba cerrado. Planeábamos visitar el Museo Regional y la zona arqueológica de Ses Païsses de Artà, debimos consultar la web antes de salir, pero sólo lo hicimos in situ para descubrir que los días de cierre semanales son los domingos y los lunes ¡qué mala suerte!

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El domingo es día de mercadillo callejero en Artá

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Un viejo rickshaw anuncia un restaurante local

Llegando al pueblo encontramos varios grupos de cicloturistas nórdicos que, con su deportiva afición y sostenible forma de moverse, ayudan a que la famosa desestacionalización turística cada día sea más estrecha.

Cicloturistas

Los grupos de cicloturistas nórdicos que recorren el Llevant mallorquín tienen en Artá una de sus paradas de revituallamiento

Decidimos recorrer el casco urbano —no había otra opción—. A pesar de ser muy antiguo, tiene una traza bastante regular, casi ortogonal. Enseguida notamos que su su carácter tradicional, así como el de muchos de sus edificios se encuentra bien preservado, debido sin duda a su lejanía de otros centros mallorquines de turismo al por mayor.

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Bonita ventana de traza renacentista, con elaborada labra en sus jambas, dintel y vierteaguas

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La sencillez de una ventana tradicional también posee su punto de belleza. Me gusta el juego de luces y sombras que la luz rasante de primera hora produce en el muro

Sobre un mogote de 182 m de altura y dominando el pueblo, se encuentra la Almudaina o Castillo de Artá, antaño alcazaba musulmana, tomada sin gran resistencia enemiga por las tropas aragonesas del Rey Jaime-I El Conquistador, allá por 1230.

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La alcazaba, almudaina o Castillo de Artá se alza imponente con sus muros de cal y canto de un metro de espesor

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Bonita escalera de subida al Santuario de la Virgen de Sant Salvador, Patrona de Artá situada en el interior del Castillo. Como puede apreciarse en primer término a la derecha, se encuentra flanqueada por las estaciones de un Vía Crucis

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Puerta principal del castillo, muy transformada con respecto a lo que era su configuración original

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Murallas del Castillo vistas desde su interior

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Desde los adarves de la antigua fortaleza se contemplan bonitos panoramas del Llevant mallorquín. Al fondo de esta imagen, tras la torre, se puede ver el mar que baña la ensenada de Capdepera

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El interior del Castillo contiene el Santuario de Sant Salvador y conforma un espacio de espiritualidad tranquilo y agradable

El recinto amurallado tiene una extensión de unos 2.500 m2 y en su interior hubo una mezquita. Tras la conquista fue transformada en iglesia, siguiendo la habitual costumbre en la Edad Media, práctica que los musulmanes también realizaron, al erigir sus lugares de culto donde antes se hallaban templos romanos o iglesias visigodas. La Iglesia hoy día se llama de Sant Salvador y en su interior se custodia la talla románica del siglo XII de la Virgen de Sant Salvador, Patrona de Artá.

Durante los siglos XVI a XVIII la fortaleza continuó empleándose como defensa contra los piratas de Berbería, hasta que los jabeques armados de Antonio Barceló, gran marino mallorquín al servicio de la Real Armada, terminaron de forma definitiva con sus despiadados ataques.

La iglesia original databa pues del siglo XIII, pero en la década de 1820 se empleó como hospital para los afectados por la epidemia de peste bubónica que asoló el pueblo. Tras remitir, los artanencs decidieron quemarla para evitar la repetición de la plaga y a continuación erigieron otra, la que hoy contiene el Santuario de la Virgen.

Muy cerca de la anterior se encuentra la Iglesia Parroquial o de la Transfiguración del Señor, también del siglo XIII en origen, pero del siglo XVI y estilo neogótico la actual, debido a que su momento hubo de ser ampliada por haberse quedado pequeña la primera.

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Iglesia Parroquial de Artá, también llamada de la Transfiguración del Señor

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Portada principal de la Iglesia de la Transfiguración del Señor, de estilo neogótico

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Trasera de la Iglesia mostrando el campanario y la casa parroquial de características arquitectónicas netamente mallorquinas

En la parte trasera de su lateral sur, al otro lado de la calle, se encuentra una casa baja en un recinto cerrado por un muro de contención que llamó nuestra atención, porque en la parte superior del cerramiento de su jardín presenta unos inusuales remates antropomórficos de jardineras de cerámica, con verodes plantados en cada una.

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Balcón de la «Casa de las Esfinges»

Las jardineras tienen forma de cabeza y enseguida me recordaron a aquellas antiguas huchas del Domund que tiempo ha se estilaban, representando la cabeza de negritos, de chinitos o de indios y que hoy, serían algo más que políticamente incorrectas. Las de este jardín son de claro estilo orientalista, de las denominadas a la turca que se pusieron de moda a finales del siglo XIX. Estas testas cerámicas nos miran hieráticas como esfinges a través de sus ojos vidriados y no diría yo que, si caminando de noche te encontraras de manera inopinada frente a una, no te llevaras un buen susto.

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Jardinera de cerámica decimonónica, con cara de esfinge y ojos casi de Heidi

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Bigotazo «a la turca»

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En las huchas del Domund nunca faltaba la cabeza del negrito. En este caso luce un curioso mostacho a la turca y labios pintados en amarillo a juego con su tocado

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Un verode da el toque vegetal al sofisticado aderezo capilar de esta otra esfinge

No logré averiguar más sobre la casa, ni tampoco sobre los remates de su muro. Por fuera su aspecto es el un antiguo edificio residencial del pueblo, pero si alguno de mis amables lectores conociera más sobre la razón de tan singular decoración, me gustaría que lo compartiera con todos nosotros a través de los comentarios de esta entrada.

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