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De hombre es equivocarse, de locos perseverar en el error”. Marco Tulio Cicerón, filósofo y político romano.

Erré y debo rectificar mi fallo. En el artículo que dediqué don Antonio Barceló y Pont de la Terra, ilustre marino mallorquín de humildes orígenes que por sus acciones navales contra piratas berberiscos y contra el inglés, llegó a ser Teniente General de la Real Armada, vaticiné que el tricentenario de su nacimiento pasaría desapercibido. Nada más lejos de la realidad.

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Don Antonio Barceló y Pont de la Terra (1717-1797), conocido en Mallorca como Capità Toni, modesto hijo del Barrio del Puig de Sant Père de Palma que por méritos propios llegó a ser Teniente General de la Real Armada.

Organizada por la Parroquia de la Santa Creu, el pasado 18 de Septiembre se inauguró una muestra conmemorativa del Capità Toni que fue uno de los benefactores de la Iglesia del Barrio del Puig de Sant Père en el que nació, en cuyo templo fue bautizado y al final de sus días, enterrado en la Capilla del Sagrado Corazón, antes de San Antonio Abad, de dicha iglesia.

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Cartel anunciador de la Muestra

La exposición es modesta, como lo fue la vida del Capità Toni y de los habitantes de este barrio marinero de Palma si bien, considero que su visita es muy interesante para aquellos que deseen profundizar en la vida de los mallorquines que por sus hechos se ganaron un lugar de honor en la Historia. Gracias al esfuerzo de los Comisarios de la Exposición, el Mossèn Josep Jaume Cañellas y el Historiador Jaume Llabrés Mulet, se lograron reunir una serie de objetos personales que pertenecieron a don Antonio Barceló, procedentes de colecciones particulares o de sus descendientes actuales, que se exponen junto a una serie de infografías y paneles explicativos de la época, hablamos de la Mallorca del siglo XVIII en la que se desarrolló su vida.

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Vista parcial de la ciudad de Palma en el siglo XVIII.

A la entrada de la exposición, situada en el Portal Mayor de la Iglesia de la Sta. Creu, en la calle del Forn de l´Olivera, se ha colocado —de manera temporal— la estatua de bronce modelada en 1971 por la escultora mallorquina Remigia Caubet, que antes se encontraba a la entrada del Club de Mar. Por la vinculación del Capità Toni con el barrio del Puig de Sant Père y, sobre todo por visibilidad, tal vez no fuera mala idea que la efigie permaneciera en su nueva ubicación.

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Estatua de bronce del Capità Toni, modelada en bronce por Remigia Caubet en 1971, situada de modo provisional el el Portal Mayor de la Parroquia de la Sta. Creu en la calle de Sa Forn de l´Olivera.

En el interior de la Iglesia, junto a la entrada, se han dispuesto dos vitrinas que contienen un compás náutico con su Rosa de los Vientos, dos sextantes del XVIII, un plano de las lanchas cañoneras inventadas por Barceló que tan eficaces se mostraron en las batallas contra la flota inglesa, y una detallada maqueta de un jabeque de guerra, embarcación marinera y mediterránea donde las haya, promovidas por nuestro personaje y muchas de ellas construidas en las atarazanas Palmesanas, pagadas por Barceló cuando se agotaban los fondos de la Hacienda Real. Estos buques ligeros, bien comandados y con tripulaciones expertas, mostraron una extraordinaria eficacia en la defensa contra los merodeadores berberiscos.

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Compás naval dieciochesco mostrando la Rosa de los Vientos en su dial. En segundo plano dos sextantes de madera y otros instrumentos náuticos de la época.

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Maqueta de un jabeque de guerra dieciochesco, su aparejo de vela latina denota su inequívoca ascendencia mediterránea.

Bajo el altar de la Capilla del Sagrado Corazón se encuentra la cripta, hoy inaccesible, en la que se hayan enterrados el Teniente General Barceló y su mujer, doña Francina Bonaventura Jaume, de cuyo enterramiento se muestra el plano levantado en 1971 por el Arquitecto Pedro Thomas. La Capilla fue adquirida por el propio Barceló que también financió su retablo y decoración. Como buen marino era muy religioso y devoto de San Antonio Abad, así como de la Mare de Déu del Carme, Patrona de los Marineros, cuya imagen se encuentra coronando el retablo del Altar Mayor de la Parroquia, de estilo barroco tardío, también encargado y pagado por Toni Barceló.

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Retablo de la Capilla del Sagrado Corazón, antes de San Antonio Abad, encargado y pagado por don Antonio Barceló, bajo cuyo altar se encuentra enterrado junto a la que fue su mujer, doña Francina Buenaventura.

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Plano de la cripta bajo el altar de la Capilla del Sagrado Corazón de la Parroquia de la Sta. Creu donde se encuentran enterrados el matrimonio Barceló.

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Interior de la nave principal de la Iglesia de la Sta. Creu, de estilo gótico, siglo XIV, con el altar mayor decorado por un gran retablo barroco tardio encargado y pagado por Toni Barceló.

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Clave de bóveda con el escudo de armas del Capità Toni en la antigua Capilla del Santo Cristo de la Iglesia de la Sta. Creu de Palma.

La exposición finaliza con una sala en la que se exhiben, entre otros artículos, un retrato del Teniente General Barceló, su espada y su Cruz de la Orden de Carlos-III. Esta última era la más alta condecoración militar de la época y Barceló la portaba orgulloso como condecoración única sobre su casaca, por ser la de rango más elevado de todas aquellas que por sus sobresalientes hechos navales obtuvo a lo largo de su vida.

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Sala de objetos pertenecientes o relacionados con Antonio Barceló.

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Empuñadura de la espada del Capità Toni.

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Cruz de la Orden de Carlos-III, la más alta condecoración militar del siglo XVIII concedida al Capità Toni por el propio Rey.

La muestra permanecerá abierta hasta el 30 de Septiembre con el siguiente horario: lunes a viernes de 17:30 a 19:30; sábados de 10:30 a 12:30. Para grupos organizados de entre 15 y 30 personas, lunes a viernes de 10:30 a 12:00, previa concertación de la visita en el tlf. 678-589-755.

En el mes de Octubre del presente año, el Museo de Mallorca abrirá otra exposición a la memoria del Capità Toni y, con toda seguridad, nuestra Armada también le dedicará un justo homenaje, hechos que procuraré reseñar en este blog con el fin de aportar mi granito de arena para borrar el triste velo de olvido con el que en España cubrimos a nuestros héroes. No me cabe duda alguna de que si el Capità Toni, Blas de Lezo, Malaspina, Jorge Juan, Gravina y tantos otros personajes ilustres hubieran sido ingleses o norteamericanos, todos conoceríamos sus gestas a través de numerosas películas y multitudinarias celebraciones.

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Agradecimientos: Al Historiador y Comisario de la exposición Jaume Llabrés por su tiempo y doctas explicaciones y a Diego Zaforteza, Presidente de Itinerem, por facilitarme la visita a la muestra en un pase privado que fue todo un lujo cultural.

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Créditos: Fotografías y artículo del autor publicado bajo Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional, libre copia y circulación citando autoría, sin modificación de textos o imágenes, para usos no comerciales.

Miembro de Baleares Travel Bloggers.

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Cada uno mira demasiado lo propio y olvida que hay cosas que son de todos y que hay que cuidar. Miguel Delibes, Dr. en Derecho, Periodista y Novelista español.

Alcudia es un cuidado pueblo amurallado situado al Norte de la Isla de Mallorca, en la pequeña península situada entre las Bahías de Pollença y de Alcudia. Su posición estratégica entre ensenadas y su proximidad al mar, lo convirtieron desde tiempos de los romanos en la llave de entrada a la isla por su septentrión y de ahí la necesidad de mantenerla fortificada, pues durante siglos estuvo sometido a continuos ataques de piratas. Gracias a la ayuda que prestó al Emperador Carlos-I de España y V de Alemania durante la Guerra de las Germanías, Alcudia mantuvo un estatus de favor frente a la Corona, que ejerció su compromiso de defensa frente a los asaltos de los merodeadores de Berbería.

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Alcudia posee una Iglesia que es de las más antiguas de la isla, pues comenzó a alzarse hacia 1302 por orden directa del Rey Jaime-II de Mallorca. Desde hace mucho deseaba conocer este monumento, pero cada vez que me acercaba a verlo, estaba cerrado; sin embargo, hace poco mi fortuna cambió y pude dedicar una larga visita al antiguo templo. La Iglesia está dedicada al Apóstol Santiago, Patrón de la ciudad de Alcudia (y de España también), aunque en el pueblo es más conocida como Iglesia de Sant Jaume.

Al acceder encontré que las personas que cuidan el recinto sagrado son miembros de una asociación de mujeres alcudienses que de forma voluntaria, la mantienen abierta en determinados días según temporadas. Por un Euro, además de visitar el Templo, tuve la ocasión de conversar largamente con varias voluntarias que además de mostrarme gran amor por su ciudad y por su patrimonio —verdadera razón de su altruismo—, me facilitaron muchos datos interesantes sobre el edificio.

La construcción actual poco tiene que ver con la original cuya bóveda se colapsó en 1870, quedando tan sólo en pie la capilla del Santo Cristo, del siglo XVI. Doce años pasaron entre el desplome de la antigua iglesia y la construcción de la que hoy puede visitarse, que se diseñó en estilo neogótico y fue concluida en 1893. Tuvieron que pasar cien años más para que en 1993, fuera consagrada de nuevo por el Obispo de Mallorca.

Las fachadas son de mampostería de marès con dos accesos; sobre el principal la entrada se enmarca en un arco ojival de amplia hornacina que contiene en su centro una imagen del Apóstol Santiago esculpida por la palmesana Remigia Caubet. En la cimera del arco un gran rosetón vidriado, obra del alcudiense Lorenzo Ferrer Martí aporta iluminación natural al interior de la nave.

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A pesar del derrumbe mencionado y de los numerosos expolios piratas sufridos por Alcudia a lo largo de los siglos, el interior del templo aún austero, conserva ricos retablos y otros valiosos elementos decorativos antiguos. Alrededor de su nave principal cuenta con capillas dedicadas a San Sebastián, a Nuestra Señora del Carmen, a San José, al Sagrado Corazón de Jesús y la Capilla Bautismal por el lado izquierdo y, por el derecho, a la Inmaculada Concepción y al Santo Cristo. Sobre la entrada llamada Portal de los Hombres, hay un magnífico órgano firmado por el Maestro Julián.

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En el interior del templo puede visitarse un pequeño pero muy interesante Museo Parroquial, que contiene una rica muestra de arte religioso formada a base de donaciones de los alcudienses a su iglesia; en ella se exponen pinturas, esculturas, ornamentos, mobiliario, vestimenta y objetos de culto. Algunas de las piezas exhibidas son muy antiguas y de gran valor, interesantes para aquellos que saben apreciar el Arte e Historia de Mallorca.

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Cuando me disponía a partir, otra de las voluntarias se me acercó movida quizá por la curiosidad ante el extraño que tantas preguntas hacía. Mantuve con ella otra entretenida conversación “de sacristía« en la que me describió algunas de las antiguas tradiciones locales —no todas se mantienen— y la manera en la que, según la época del año y el tiempo religioso, se organizaban las fiestas y procesiones en las que adornaban la Iglesia y vestían a sus imágenes con diferentes ornamentos adecuados para la ocasión. También me habló de lo mucho que había cambiado —para bien— la vida de los alcudienses en los últimos sesenta años, pues cuando mi interlocutora era moza —según me contaba—, en todas las casas del pueblo, incluso en las del centro, aún se convivía con los animales de corral, situación que cambió con la llegada del turismo a la zona, cuando de forma gradual su economía de sector primario se transformó en otra de servicios que condujo al cambio de las tareas agrícolas y pesqueras, por el establecimiento de pequeños negocios hosteleros, de transporte, de distribución de bienes de consumo . . . pero eso son ya otras hierbas que dejaré para un futuro post.

Terminé la visita convencido de que las alcudienses que con tanta dedicación cuidan del patrimonio común de su ciudad, son la prueba viva de que aún hay personas generosas que no sólo se limitan a velar por lo suyo, lo que me llevó a meditar sobre el hecho de que tal vez, sea ahí donde se encuentra la esencia intangible que mantiene el verdadero carácter de los pueblos.

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Créditos: Fotografías y artículo del autor con Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional, libre copia y circulación citando autoría, sin modificación de textos o imágenes, para usos no comerciales. La foto de la fachada de la Iglesia fue tomada por De Defish y se publica bajo Licencia Wikimedia Commons.

Galería fotográfica: pulsad en cualquier imagen para apreciarlas a mayor tamaño.

Corazón que no quiera sufrir dolores, pase la vida libre de amores” Ibn Hazm, poeta cordobés del S.IX

En la rotonda situada en el desvío a Portitxol, frente a las obras del futuro Palau de Congressos de Palma,  llama la atención una estatua de bronce sobre un pedestal de piedras de marés, que representa a una joven de triste figura, que camina frente al viento con la mirada baja, mientras porta displicente una lira en su mano derecha.

Nuredduna se llamaba la desdichada y era una sibila o mujer sabia, muy apreciada por sus capacidades adivinatorias, virtudes sin duda heredadas de su padre, que era el sacerdote del poblado talayótico de Ses Païses de Artá, hará ya unos 3.000 añitos.

Nuredduna, la sibila. Pulsar sobre las imágenes para una vista ampliada.

Un día como otro cualquiera, arribaron a sus costas unas embarcaciones griegas, que no iban buscando Ítaca precisamente. Como la vida en los inicios de la Edad del Hierro era bastante monótona, los talayóticos aburridos de pasar sus días pastoreando cabras, decidieron apresar a los griegos y celebrar una fiesta donde la atracción principal sería la torrada de navegantes, como oferta a sus dioses para que les fueran propicios.

Birremes Griegas con el ojo de Poseidón pintado en la proa y Poblados Talayóticos. Pulsar sobre las imágenes para ampliarlas.

Pero uno de los apresados llamado Melesigeni —imagínaos la planta: torso musculado, con abdominales modelo tableta Suchard, curtido por el sol y por la mar y con todo el aspecto de ser un hombre muy viril que come carne cruda y duerme sobre tabla— le puso ojitos a la sibila mientras entonaba con su lira dulces cantos que debían decir algo así como: “porque sin ser tu marío, ni tu novio, ni tu amante, soy el que más ta querío, con eso tengo bastante . . . “ —ya saben, el viejo truco de «vente conmigo que te voy a tocar . . . la lira«— y la bella Nuredduna cayó seducida sin remedio en la red tejida por el intrépido marino.

MELEGISENI

El audaz Melegiseni, de su perfil de Facebook. Esa minifalda . . . 

Como nada detiene a una mujer enamorada, Nuredduna convenció al resto de pobladores de que le dejaran encargarse personalmente del prisionero, con el fin de llevarlo a las cuevas de Artá y dejarlo morir allí lentamente (ejem, de . . . amor supongo).

CUEVA DE ARTÁ

Cueva de Artá

El caso es que por muy sibila que fuera, a alguno de los lugareños no les convenció la excusa pues, ni siquiera en aquellos tiempos tan antiguos, se veía bien que llegara el típico guaperas con barco a levantarles las titis y, encima, que se llevara al guayabito del poblado. Se acercaron pues a las grutas y comprobaron que Nuredduna había liberado a su dulce cantor, lo que les provocó un cabreo negro de mucho cuidado y, como eran duchos en aquello de trabajar el marés, lapidaron por traidora a la bella enamorada, cual si de crueles talibán se hubiera tratado.

Nuredduna, medio muerta ya la muy infeliz, se refugió en la cueva donde había vivido su pasión con el cautivo. Encontró allí la lira que su amado había abandonado en la precipitada fuga y, tomándola en sus brazos, murió. Se dice que al expirar, las piedras de la cueva susurraron “Per un batec de l´ànsia amb què ton cor expira / daríem les centúries de calma que tenim”, es decir, “por un latido del ansia con que tu corazón expira / daríamos los siglos de calma que tenemos”. De ahí debe venir aquello de ¡Ay si las piedras hablaran!

CORAZÓN DE PIEDRA

Si las piedras hablaran . . .

Pero la tragedia no terminó aquí, Melesigeni sospechó lo que los talayóticos iban a hacer con Nuredduna y regresó al barco para contar a sus colegas su apasionada aventura ,—vamos, lo mismo que hizo L.M. Dominguín cuando se ligó a Ava Gardner—. Sus compañeros, rudos marinos acostumbrados a lidiar en sus travesías mediterráneas con Lestrigones, Cíclopes, Minotauros y Sirenas, decidieron aplicar un tratamiento que más tarde Alejandro Magno pondría de moda en Persépolis —el de no dejar piedra sobre piedra—.

Ulises y las sirenas

Ulises desafiando a las Sirenas.

Regresaron a Ses Païses de Artá en orden de combate con la idea de mostrar a sus pobladores las «bondades» del fuego griego y, en agradecimiento por los servicios prestados, arrasaron el asentamiento sin dejar títere con cabeza. En fin, eran tiempos donde las reclamaciones de los turistas eran algo más complicadas de resolver que hoy día.

GREEK WARRIORS

Melegiseni y sus amigos, algo enfadados, deciden vestir sus mejores galas de hoplitas.

Se dice que desde entonces, el espíritu doliente de nuestra prendada sibila pasea sin rumbo por las cuevas de Artá, siempre abrazada a su lira . . .

¡Buf! vaya final, de auténtica tragedia griega pero ya veis que, como tantas otras veces en la vida real, no siempre ganan los buenos y no siempre triunfa el amor 😦

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En el imaginario colectivo de las islas de todo el mundo se dan con frecuencia historias de amoríos imposibles que tienen grandes paralelismos con la de Nuredduna: en estos relatos, la chica suele ser de origen noble, guapa y además, está investida de cualidades sobresalientes; conoce al pimpollo que, a su vez, es un apuesto caballero que llega de ultramar; se encuentran, y a pesar de que todo juega en su contra, el flechazo es instantáneo; tras una hermosa pasión de complicado futuro, uno de ellos, o los dos, mueren en circunstancias trágicas, sin que haya lugar a la redención. Tras el fatal desenlace, queda su memoria flotando para siempre en las leyendas locales. Me refiero a relatos como los de Gara y Jonay, de la isla canaria de La Gomera, o el de Guanina y el Capitán Sotomayor, de nuestra muy querida isla de Puerto Rico. También hay otras fábulas sin un final tan tremendo, como la vivida por la ninfa Calipso y Ulises, en la mitológica isla de Ogigia.

El poeta don Miquel Costa y Llobera, natural de Pollença, fue el autor de “La deixa del geni grec” o “El legado del genio griego”, obra que le hizo ganar la Eglantina en los Juegos Florales de Barcelona de 1.902. En 1.947, con libreto de Miquel Forteza y música de Antonio Massana, fue convertida en la ópera Nuredduna.

El personaje de Nuredduna representa al fuego sagrado, a la tierra, a lo sólido, a la raigambre de la estirpe, mientras que Melesigeni y su lira simbolizan el expansionismo civilizador griego, auténtica alma mater de nuestra cultura occidental y mediterránea.

La escultura de Nuredduna que hoy está en la explanada de Can Pere Antoni, fue encargada por el Ayuntamiento de Palma a Remigia Caubet en 1.971. En 1.972 se aportaron los fondos; en 1.975 la escultura ya estaba terminada, pero no fue hasta 1.995 —tras veinte años de semi olvido en un depósito— cuando se colocó en su actual emplazamiento que, al menos, permite a la malhadada sibila mirar con melancolía hacia ese mar Mediterráneo por donde llegó su gran amor.

LOVE IN THE SAND

Y tú querido lector, si conocieras algún mito más como este, podrías contárnoslo aquí.

Créditos: Fotografías e imágenes del autor y de Wikimedia Commons.

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