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Los buenos proyectos hacen preguntas. Los buenos proyectos no están nunca acabados”. Alejandro Zahera, Arquitecto.

La semana pasada me alegré al leer en un diario de tirada nacional que ese gran edificio inacabado que se encuentra a la entrada de Palma, va a retomar sus obras de construcción. Me refiero al futuro Palau de Congressos, cuyas estructuras se encuentran en privilegiada posición frente al mar, cerca del emergente barrio de Portitxol.

Fachada al mar
Fachada al mar con apantallamiento a base de «brise soleils» de espuma de aluminio reciclada para evitar la insolación directa.

 

Desde su inicio, las razones de su construcción estuvieron rodeadas de polémica y no es de extrañar, se trata de un proyecto de gran volumen, con unos costes de ejecución acordes a su tamaño y cuyo destino aún no ha calado entre los palmesanos.

Las obras han estado paradas cerca de 20 meses —una víctima más de la crisis— por causa de los retrasos en el pago a la Constructora por parte de la Administración, cuya deuda se saldó recientemente gracias al Plan de Pago a Proveedores.

Las grandes obras de infraestructura, aparte de convertirse en nuevos puntos de referencia en la trama urbana de las ciudades, tienen un indudable interés social y el caso del Palau no es diferente. Se trata de un edificio singular que, una vez concluido, mejorará su entorno, colaborando al ordenamiento y a la prosperidad de un barrio, el Polígono de Llevant, que actualmente, se halla en plena transición desde el punto de vista urbanístico.

Vistas de la obra. Pulsar las imágenes para ampliarlas.

 

Quizá ahora sea difícil imaginar cómo se va a lograr esa transformación pues, la vista de sus estructuras inacabadas no ayuda a ello, pero no me cabe duda alguna de que así será. Si dijera que uno de los principales objetivos del Palau es ayudar a reducir el impacto de la ralentización económica que anualmente se produce entre los meses de Octubre a Mayo, quizá haga que la obra parezca más atractiva.

Los inviernos cortos y suaves de Mallorca, en comparación con los del resto de la Europa Continental, la situación del edificio junto al mar y a diez minutos andando del centro histórico de Palma, el indudable tirón y atractivo que tiene la isla entre nuestros vecinos comunitarios y, una buena gestión —no lo olvidemos—, logrará que cuando la instalación se encuentre en pleno funcionamiento, se incorporará al circuito de los principales Palacios de Congresos españoles, como los de Madrid, Barcelona, Bilbao o Valencia, cuya desventaja es hallarse muy alejados del centro de su ciudad o, los de Hamburgo, Múnich, Liverpool, Amsterdam, París o Milán, localizados fuera de la almendra central de sus capitales y sujetos a largas y oscuras temporadas invernales.

Vistas desde el Palau. Pulsar las imágenes para ampliarlas.

 

Ahora pensemos en los 1.500 ó 2.000 congresistas que se desplazarán a Palma cada vez que se convoque un Congreso Médico, Gastronómico, de Viajes o de cualquier otro sector activo en la organización de dichos eventos. Congresistas que han de ser alojados en Hoteles y, que en un momento u otro, saldrán a probar la cocina local, a visitar la ciudad y sus numerosos rincones de interés y que también, se llevarán recuerdos a sus lugares de origen. No hay duda de que esta clase de visitantes supondrá un incremento de la actividad económica en meses donde tradicionalmente baja y dicho aumento, generará nuevas oportunidades de trabajo y de negocio alrededor del trasiego de asistentes a las convenciones.

Atraer la celebración de Congresos no es tarea fácil. Se requiere una organización potente que sepa vender no sólo las cualidades antes mencionadas, sino también, fijar un precio competivo y rentable; se precisa también agilidad y dinamismo para ser capaces de cambiar la configuración interior del Palau cada semana —lo que supone más trabajo para diseñadores, carpinteros, tramoyistas, electricistas, catering—, con el fin de adaptarla a las necesidades de cada encuentro.

Si se lograran cumplir las condiciones anteriores y se obtuviera una buena redundancia en la celebración de convenciones —bajo número de días sin eventos—, el Palau de Congressos de Palma será uno de los servicios más productivos que pueda proveer nuestra ciudad y quizá, ahora se entienda mejor la razón por la que, como asegura el famoso Arquitecto Alejandro Zahera, los buenos proyectos hacen preguntas [o más bien, consiguen que nosotros nos las hagamos] y nunca llegan a estar terminados.

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Pude ver las obras del Palau de Congressos poco antes de su paralización, gracias a las visitas que preparaba su Departamento Comercial, con el propósito de darlo a conocer entre diversos grupos profesionales nacionales e internacionales con intereses en la Organización de Congresos y también, entre grupos de simples ciudadanos de a pié que, como yo, desearan conocer las interioridades del proyecto, detalle que es muy de agradecer.

Visita de un grupo de la Escuela de Turismo

Visita de la Escuela de Turismo a las obras del Palau.

 

La organización de estas visitas en grupo no estaba exenta de dificultades pues, como todo el mundo conoce, una obra de construcción es un lugar de riesgo permanente y requería coordinar con la Constructora la creación de itinerarios seguros que no estorbaran al desarrollo de los trabajos. Pero quien enseña lo que hace y cómo lo hace, es porque no tiene nada que ocultar y quien nada oculta, es alguien en quien se puede confiar.

Durante las visitas se mostraban los grandes espacios interiores y de servicios que conformarán el Palau y también, se explicaban los motivos de su construcción. Para entender mejor el Proyecto, se nos ilustraba sobre los criterios que Francisco (Pachi) Mangado, el Arquitecto Proyectista natural de Navarra y experto en el diseño de otros Palacios de Congresos, había considerado a la hora de concebir el de Palma. Baste tan solo decir que su forma quiere representar la de un gran pez varado en la arena, lo que nos ayudará a entender mejor el porqué de sus volúmenes y su esquema de funcionamiento.

Fachada interior de "escamas" de piedra de marés

Fachada interior de «escamas» de piedra de marés simulando las de ese enorme pez varado que representa el Palau

 

Antes de terminar, quisiera dedicar mi recuerdo a aquellas personas del equipo técnico, comercial, administrativo y de comunicación que trabajaron con ilusión en el proyecto y obras del Palau y que, como tantos otros, perdieron su empleo con la paralización de las actividades.

Cierro mi entrada con este video de cómo quedará el nuevo edificio una vez terminado, pues sus imágenes nos transmiten una notable diferencia estética con respecto al estado que hoy presenta y al que deberemos acostumbrarnos, pues su presencia será durante años una estampa familiar a la entrada de Palma.

 

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Corazón que no quiera sufrir dolores, pase la vida libre de amores” Ibn Hazm, poeta cordobés del S.IX

En la rotonda situada en el desvío a Portitxol, frente a las obras del futuro Palau de Congressos de Palma,  llama la atención una estatua de bronce sobre un pedestal de piedras de marés, que representa a una joven de triste figura, que camina frente al viento con la mirada baja, mientras porta displicente una lira en su mano derecha.

Nuredduna se llamaba la desdichada y era una sibila o mujer sabia, muy apreciada por sus capacidades adivinatorias, virtudes sin duda heredadas de su padre, que era el sacerdote del poblado talayótico de Ses Païses de Artá, hará ya unos 3.000 añitos.

Nuredduna, la sibila. Pulsar sobre las imágenes para una vista ampliada.

Un día como otro cualquiera, arribaron a sus costas unas embarcaciones griegas, que no iban buscando Ítaca precisamente. Como la vida en los inicios de la Edad del Hierro era bastante monótona, los talayóticos aburridos de pasar sus días pastoreando cabras, decidieron apresar a los griegos y celebrar una fiesta donde la atracción principal sería la torrada de navegantes, como oferta a sus dioses para que les fueran propicios.

Birremes Griegas con el ojo de Poseidón pintado en la proa y Poblados Talayóticos. Pulsar sobre las imágenes para ampliarlas.

Pero uno de los apresados llamado Melesigeni —imagínaos la planta: torso musculado, con abdominales modelo tableta Suchard, curtido por el sol y por la mar y con todo el aspecto de ser un hombre muy viril que come carne cruda y duerme sobre tabla— le puso ojitos a la sibila mientras entonaba con su lira dulces cantos que debían decir algo así como: “porque sin ser tu marío, ni tu novio, ni tu amante, soy el que más ta querío, con eso tengo bastante . . . “ —ya saben, el viejo truco de «vente conmigo que te voy a tocar . . . la lira«— y la bella Nuredduna cayó seducida sin remedio en la red tejida por el intrépido marino.

MELEGISENI

El audaz Melegiseni, de su perfil de Facebook. Esa minifalda . . . 

Como nada detiene a una mujer enamorada, Nuredduna convenció al resto de pobladores de que le dejaran encargarse personalmente del prisionero, con el fin de llevarlo a las cuevas de Artá y dejarlo morir allí lentamente (ejem, de . . . amor supongo).

CUEVA DE ARTÁ

Cueva de Artá

El caso es que por muy sibila que fuera, a alguno de los lugareños no les convenció la excusa pues, ni siquiera en aquellos tiempos tan antiguos, se veía bien que llegara el típico guaperas con barco a levantarles las titis y, encima, que se llevara al guayabito del poblado. Se acercaron pues a las grutas y comprobaron que Nuredduna había liberado a su dulce cantor, lo que les provocó un cabreo negro de mucho cuidado y, como eran duchos en aquello de trabajar el marés, lapidaron por traidora a la bella enamorada, cual si de crueles talibán se hubiera tratado.

Nuredduna, medio muerta ya la muy infeliz, se refugió en la cueva donde había vivido su pasión con el cautivo. Encontró allí la lira que su amado había abandonado en la precipitada fuga y, tomándola en sus brazos, murió. Se dice que al expirar, las piedras de la cueva susurraron “Per un batec de l´ànsia amb què ton cor expira / daríem les centúries de calma que tenim”, es decir, “por un latido del ansia con que tu corazón expira / daríamos los siglos de calma que tenemos”. De ahí debe venir aquello de ¡Ay si las piedras hablaran!

CORAZÓN DE PIEDRA

Si las piedras hablaran . . .

Pero la tragedia no terminó aquí, Melesigeni sospechó lo que los talayóticos iban a hacer con Nuredduna y regresó al barco para contar a sus colegas su apasionada aventura ,—vamos, lo mismo que hizo L.M. Dominguín cuando se ligó a Ava Gardner—. Sus compañeros, rudos marinos acostumbrados a lidiar en sus travesías mediterráneas con Lestrigones, Cíclopes, Minotauros y Sirenas, decidieron aplicar un tratamiento que más tarde Alejandro Magno pondría de moda en Persépolis —el de no dejar piedra sobre piedra—.

Ulises y las sirenas

Ulises desafiando a las Sirenas.

Regresaron a Ses Païses de Artá en orden de combate con la idea de mostrar a sus pobladores las «bondades» del fuego griego y, en agradecimiento por los servicios prestados, arrasaron el asentamiento sin dejar títere con cabeza. En fin, eran tiempos donde las reclamaciones de los turistas eran algo más complicadas de resolver que hoy día.

GREEK WARRIORS

Melegiseni y sus amigos, algo enfadados, deciden vestir sus mejores galas de hoplitas.

Se dice que desde entonces, el espíritu doliente de nuestra prendada sibila pasea sin rumbo por las cuevas de Artá, siempre abrazada a su lira . . .

¡Buf! vaya final, de auténtica tragedia griega pero ya veis que, como tantas otras veces en la vida real, no siempre ganan los buenos y no siempre triunfa el amor 😦

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En el imaginario colectivo de las islas de todo el mundo se dan con frecuencia historias de amoríos imposibles que tienen grandes paralelismos con la de Nuredduna: en estos relatos, la chica suele ser de origen noble, guapa y además, está investida de cualidades sobresalientes; conoce al pimpollo que, a su vez, es un apuesto caballero que llega de ultramar; se encuentran, y a pesar de que todo juega en su contra, el flechazo es instantáneo; tras una hermosa pasión de complicado futuro, uno de ellos, o los dos, mueren en circunstancias trágicas, sin que haya lugar a la redención. Tras el fatal desenlace, queda su memoria flotando para siempre en las leyendas locales. Me refiero a relatos como los de Gara y Jonay, de la isla canaria de La Gomera, o el de Guanina y el Capitán Sotomayor, de nuestra muy querida isla de Puerto Rico. También hay otras fábulas sin un final tan tremendo, como la vivida por la ninfa Calipso y Ulises, en la mitológica isla de Ogigia.

El poeta don Miquel Costa y Llobera, natural de Pollença, fue el autor de “La deixa del geni grec” o “El legado del genio griego”, obra que le hizo ganar la Eglantina en los Juegos Florales de Barcelona de 1.902. En 1.947, con libreto de Miquel Forteza y música de Antonio Massana, fue convertida en la ópera Nuredduna.

El personaje de Nuredduna representa al fuego sagrado, a la tierra, a lo sólido, a la raigambre de la estirpe, mientras que Melesigeni y su lira simbolizan el expansionismo civilizador griego, auténtica alma mater de nuestra cultura occidental y mediterránea.

La escultura de Nuredduna que hoy está en la explanada de Can Pere Antoni, fue encargada por el Ayuntamiento de Palma a Remigia Caubet en 1.971. En 1.972 se aportaron los fondos; en 1.975 la escultura ya estaba terminada, pero no fue hasta 1.995 —tras veinte años de semi olvido en un depósito— cuando se colocó en su actual emplazamiento que, al menos, permite a la malhadada sibila mirar con melancolía hacia ese mar Mediterráneo por donde llegó su gran amor.

LOVE IN THE SAND

Y tú querido lector, si conocieras algún mito más como este, podrías contárnoslo aquí.

Créditos: Fotografías e imágenes del autor y de Wikimedia Commons.

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