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«Nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión«. Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770 – 1831).

En 1.910, tras licenciarse en leyes, el argentino Adán Diehl, de 22 años años de edad y considerable fortuna económica, inicia una vuelta al mundo que terminará en París debido a su interés por conocer los movimientos literarios del momento, entrando a formar parte de la Nouvelle Revue Française antes de regresar a Buenos Aires.

En 1.915, decidió regresar a París como corresponsal de guerra, donde conoció al famoso pintor Anglada Camarasa, cuyo cuadro “Formentor después de la tormenta” le causó una fuerte impresión, lo que le llevó a visitar Pollensa en 1.921. Allí conoció al mallorquín Miquel Costa y Llobera, siendo instantáneo el entendimiento entre ambos, debido al hecho de que los dos eran Licenciados en Leyes y poetas.

La familia del literato mallorquín era además la propietaria de las tierras de Formentor desde 1.646 y Adán Diehl, enamorado de la salvaje belleza natural del paraje, consiguió comprárselas por 520.000 pta de la época, operación facilitada por el hecho de que Miquel Costa había decidido consagrar su vida a la Iglesia.

HOTEL FORMENTOR PANORÁMICA 2

El poeta porteño tuvo la visión y el impulso de crear un hotel de gran estilo, para convertirlo en centro de encuentro de pintores y literatos, invitando a aquellos que no tuvieran medios de costearse la estancia. Invirtió su ingente fortuna en su construcción y en solventar las muchas dificultades para hacerlo viable, como eran la inexistencia de acceso por carretera, de electricidad, de agua o de teléfono.

Tras ímprobos esfuerzos, en 1.930, con la asistencia de las fuerzas vivas de la isla, se inauguró el hotel de 50 habitaciones, todas ellas dotadas de calefacción y agua caliente. No faltó detalle para lograr el mayor de los refinamientos: cuidados jardines, restauración exquisita, mantelerías de hilo y bellas vajillas servidas por atentísimo personal. La finca contaba hasta con un campo de golf que aún construído, nunca llegó a utilizarse porque no se pudo conseguir bastante agua para su mantenimiento. Todo lo había previsto Diehl para que ninguna exquisitez faltara, todo salvo su viabilidad a medio plazo, debido a su alegre despilfarro en nombre del buen gusto.

JARDÍN HOTEL FORMENTOR

JARDÍN HOTEL FORMENTOR 2

Diehl anunció el hotel a bombo y platillo en toda la Europa elegante, logrando que en breve plazo se convirtiera en centro de reunión de visitantes ilustres que arribaban a Palma en motonave o en avión, así como en un foco de cultura y ocio de alcurnia. Su éxito fue tal que en 1.932 pidió al famoso Arquitecto Le Corbusier, padre del llamado Estilo Internacional, que visitara el hotel con el fin de proyectar su ampliación, de la que finalmente no se encargó.

El sueño de Diehl drenó su gran fortuna y solo duró siete años. Acosado por los bancos, en su búsqueda de financiación cometió el error de autorizar la instalación de una ruleta a dos ciudadanos holandeses que resultaron ser unos auténticos estafadores, viéndose obligado a malvender sus posesiones y entregar el hotel en dación de pago. Poco después, regresó a Argentina con un pasaje de 3ª clase y sin un céntimo en el bolsillo.

Los bancos, sin saber muy qué hacer con el decaído hotel, se lo pasaron de unos a otros hasta que, en 1.953 lo vendieron por 14 millones de pesetas a un grupo de empresarios e inversores mallorquines, encabezado por Joan Buadas. El mismo año falleció en Buenos Aires Adán Diehl, muy lejos de su sueño.

Joan Buadas mostró pronto sus capacidades como gestor hotelero, logrando recuperar la fama del Hotel Formentor que, resurgió y volvió a convertirse en una visita imprescindible para los ricos y famosos de la época, sin olvidar su primera vocación artística y literaria, lo que colaboró a que el nombre de Mallorca comenzara a asociarse al de vacaciones de calidad en un entorno incomparable.

PLAYA HOTEL FORMENTOR

La amistad de Tomeu Buadas, hijo de Joan, con Camilo José Cela, facilitó la organización de eventos como las Conversaciones Poéticas de Formentor o la fundación del Premio Formentor de Novela y del Prix International de Literature, dotados con 10.000 dólares, una suma considerable para la época, que ayudó a su difusión y convirtió al hotel en el ágora imprescindible de la vanguardia europea.

En aquellos tiempos, los visitantes habituales del hotel eran personajes como los Príncipes de Mónaco, el Príncipe de Gales, Winston Churchill, Charles Chaplin, Audrey Hepburn, el Dalai Lama y literatos como Vicente Aleixandre, Carlos Barral, Gabriel de Diego, Octavio Paz, Camilo José Cela, Dámaso Alonso y el filósofo alemán Hermann Keyselring.

En Marzo de 1.973 una tragedia aérea trastocó el destino del hotel, pues sobre el cielo de Nantes chocaron dos aviones de Iberia y de Spantax, muriendo en el accidente Tomeu Buadas y otros empresarios mallorquines. Tomó el relevo en la Dirección Miquel Buadas, hermano del anterior, hasta que en el año 2.006 es comprado por el grupo hotelero mallorquín Barceló, que lo regenta en la actualidad, manteniendo los elevados estándares concebidos un lejano día de 1.922, por el hoy casi olvidado poeta argentino Adán Diehl.

HOTEL FORMENTOR PANORÁMICA 1

Lo que no han ignorado los actuales propietarios del hotel es su vinculación a la cultura y por ello organizan el llamado Formentor Sunset Classics, que en el presente año contará con la presencia del pianista y director de orquesta argentino Daniel Barenboin, el día 10 de Julio y con la soprano neozelandesa Kiri Te Kanawa, el 19 de Septiembre.

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La historia del Hotel Formentor fue contada en un interesante documental de la 2, dirigido por Cesc Mulet. Su duración es de 55 minutos y bien merece un pausado visionado, que nos llevará por una parte poco conocida de la historia de Mallorca y que nos hará reflexionar sobre si la verdadera razón de que hoy conozcamos el Cabo de Formentor en su estado de belleza natural casi inalterada, se debe a la consecución, si bien efímera, del sueño de Adán Diehl, impulsor de su preservación. Actualización del 13 de Agosto de 2018: el documental ha sido retirado del panel de TVE 2 a la carta.

Si no desearas ver todo el documental, al menos no te pierdas su original cierre, con una tremendamente sensual actriz Judith Diakhate cantando en el Salón Orfeo del Hotel Barceló-Formentor la canción Judy G, junto al grupo Blackinvoice, formado especialmente para el rodaje de este documental. La canción está dedicada sin duda a la gran actriz Judy Garland, fallecida prematuramente cuando iba a alojarse en el hotel.

Créditos: Fotografías de Google Images procedentes de la web del Hotel Barceló Formentor, videos de Youtube.

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Corazón que no quiera sufrir dolores, pase la vida libre de amores” Ibn Hazm, poeta cordobés del S.IX

En la rotonda situada en el desvío a Portitxol, frente a las obras del futuro Palau de Congressos de Palma,  llama la atención una estatua de bronce sobre un pedestal de piedras de marés, que representa a una joven de triste figura, que camina frente al viento con la mirada baja, mientras porta displicente una lira en su mano derecha.

Nuredduna se llamaba la desdichada y era una sibila o mujer sabia, muy apreciada por sus capacidades adivinatorias, virtudes sin duda heredadas de su padre, que era el sacerdote del poblado talayótico de Ses Païses de Artá, hará ya unos 3.000 añitos.

Nuredduna, la sibila. Pulsar sobre las imágenes para una vista ampliada.

Un día como otro cualquiera, arribaron a sus costas unas embarcaciones griegas, que no iban buscando Ítaca precisamente. Como la vida en los inicios de la Edad del Hierro era bastante monótona, los talayóticos aburridos de pasar sus días pastoreando cabras, decidieron apresar a los griegos y celebrar una fiesta donde la atracción principal sería la torrada de navegantes, como oferta a sus dioses para que les fueran propicios.

Birremes Griegas con el ojo de Poseidón pintado en la proa y Poblados Talayóticos. Pulsar sobre las imágenes para ampliarlas.

Pero uno de los apresados llamado Melesigeni —imagínaos la planta: torso musculado, con abdominales modelo tableta Suchard, curtido por el sol y por la mar y con todo el aspecto de ser un hombre muy viril que come carne cruda y duerme sobre tabla— le puso ojitos a la sibila mientras entonaba con su lira dulces cantos que debían decir algo así como: “porque sin ser tu marío, ni tu novio, ni tu amante, soy el que más ta querío, con eso tengo bastante . . . “ —ya saben, el viejo truco de «vente conmigo que te voy a tocar . . . la lira«— y la bella Nuredduna cayó seducida sin remedio en la red tejida por el intrépido marino.

MELEGISENI

El audaz Melegiseni, de su perfil de Facebook. Esa minifalda . . . 

Como nada detiene a una mujer enamorada, Nuredduna convenció al resto de pobladores de que le dejaran encargarse personalmente del prisionero, con el fin de llevarlo a las cuevas de Artá y dejarlo morir allí lentamente (ejem, de . . . amor supongo).

CUEVA DE ARTÁ

Cueva de Artá

El caso es que por muy sibila que fuera, a alguno de los lugareños no les convenció la excusa pues, ni siquiera en aquellos tiempos tan antiguos, se veía bien que llegara el típico guaperas con barco a levantarles las titis y, encima, que se llevara al guayabito del poblado. Se acercaron pues a las grutas y comprobaron que Nuredduna había liberado a su dulce cantor, lo que les provocó un cabreo negro de mucho cuidado y, como eran duchos en aquello de trabajar el marés, lapidaron por traidora a la bella enamorada, cual si de crueles talibán se hubiera tratado.

Nuredduna, medio muerta ya la muy infeliz, se refugió en la cueva donde había vivido su pasión con el cautivo. Encontró allí la lira que su amado había abandonado en la precipitada fuga y, tomándola en sus brazos, murió. Se dice que al expirar, las piedras de la cueva susurraron “Per un batec de l´ànsia amb què ton cor expira / daríem les centúries de calma que tenim”, es decir, “por un latido del ansia con que tu corazón expira / daríamos los siglos de calma que tenemos”. De ahí debe venir aquello de ¡Ay si las piedras hablaran!

CORAZÓN DE PIEDRA

Si las piedras hablaran . . .

Pero la tragedia no terminó aquí, Melesigeni sospechó lo que los talayóticos iban a hacer con Nuredduna y regresó al barco para contar a sus colegas su apasionada aventura ,—vamos, lo mismo que hizo L.M. Dominguín cuando se ligó a Ava Gardner—. Sus compañeros, rudos marinos acostumbrados a lidiar en sus travesías mediterráneas con Lestrigones, Cíclopes, Minotauros y Sirenas, decidieron aplicar un tratamiento que más tarde Alejandro Magno pondría de moda en Persépolis —el de no dejar piedra sobre piedra—.

Ulises y las sirenas

Ulises desafiando a las Sirenas.

Regresaron a Ses Païses de Artá en orden de combate con la idea de mostrar a sus pobladores las «bondades» del fuego griego y, en agradecimiento por los servicios prestados, arrasaron el asentamiento sin dejar títere con cabeza. En fin, eran tiempos donde las reclamaciones de los turistas eran algo más complicadas de resolver que hoy día.

GREEK WARRIORS

Melegiseni y sus amigos, algo enfadados, deciden vestir sus mejores galas de hoplitas.

Se dice que desde entonces, el espíritu doliente de nuestra prendada sibila pasea sin rumbo por las cuevas de Artá, siempre abrazada a su lira . . .

¡Buf! vaya final, de auténtica tragedia griega pero ya veis que, como tantas otras veces en la vida real, no siempre ganan los buenos y no siempre triunfa el amor 😦

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En el imaginario colectivo de las islas de todo el mundo se dan con frecuencia historias de amoríos imposibles que tienen grandes paralelismos con la de Nuredduna: en estos relatos, la chica suele ser de origen noble, guapa y además, está investida de cualidades sobresalientes; conoce al pimpollo que, a su vez, es un apuesto caballero que llega de ultramar; se encuentran, y a pesar de que todo juega en su contra, el flechazo es instantáneo; tras una hermosa pasión de complicado futuro, uno de ellos, o los dos, mueren en circunstancias trágicas, sin que haya lugar a la redención. Tras el fatal desenlace, queda su memoria flotando para siempre en las leyendas locales. Me refiero a relatos como los de Gara y Jonay, de la isla canaria de La Gomera, o el de Guanina y el Capitán Sotomayor, de nuestra muy querida isla de Puerto Rico. También hay otras fábulas sin un final tan tremendo, como la vivida por la ninfa Calipso y Ulises, en la mitológica isla de Ogigia.

El poeta don Miquel Costa y Llobera, natural de Pollença, fue el autor de “La deixa del geni grec” o “El legado del genio griego”, obra que le hizo ganar la Eglantina en los Juegos Florales de Barcelona de 1.902. En 1.947, con libreto de Miquel Forteza y música de Antonio Massana, fue convertida en la ópera Nuredduna.

El personaje de Nuredduna representa al fuego sagrado, a la tierra, a lo sólido, a la raigambre de la estirpe, mientras que Melesigeni y su lira simbolizan el expansionismo civilizador griego, auténtica alma mater de nuestra cultura occidental y mediterránea.

La escultura de Nuredduna que hoy está en la explanada de Can Pere Antoni, fue encargada por el Ayuntamiento de Palma a Remigia Caubet en 1.971. En 1.972 se aportaron los fondos; en 1.975 la escultura ya estaba terminada, pero no fue hasta 1.995 —tras veinte años de semi olvido en un depósito— cuando se colocó en su actual emplazamiento que, al menos, permite a la malhadada sibila mirar con melancolía hacia ese mar Mediterráneo por donde llegó su gran amor.

LOVE IN THE SAND

Y tú querido lector, si conocieras algún mito más como este, podrías contárnoslo aquí.

Créditos: Fotografías e imágenes del autor y de Wikimedia Commons.

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