«Amo a Mallorca…..por la fruta de mi jardín, el olor de la madera de los olivos, el sol entre las rocas del Teix, el ruido de las ovejas por las noches…..» Robert Graves.
Nunca se me hubiera ocurrido mejor cita para hablar de uno de los espacios urbanos más singulares que he visitado y se trata nada menos que de un cementerio. Si, un camposanto y en Deiá existe uno de los más sencillos y bonitos que me he encontrado.
Creo que, en general, los cementerios españoles tienen poco atractivo, siendo como son el espacio donde moran los restos de aquellas personas que nos antecedieron, de los que con su esfuerzo, supieron dar sentido a nuestra propia existencia. Desconozco la razón, pero casi siempre son lugares lóbregos, abigarrados, de dudosa estética y poco adecuados para cultivar el recogimiento necesario para recordar a nuestros ancestros.
Pero el de Deiá es otra cosa, su Cementerio Municipal, fundado a comienzos del S.XVII es pequeño, recoleto, situado tras la Iglesia de San Juan Bautista, en una zona elevada desde la que se dominan dos escarpadas vaguadas que descienden hasta la mar. Y es también florido, muy florido, además de luminoso por su situación y fresco, merced a la sombra que le proporcionan sus cipreses.
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Se accede al cementerio tras ascender por las reviradas calles del pueblo donde, de trecho, en trecho, podremos ver las diferentes estaciones de un Via Crucis, confeccionadas con azulejos cerámicos esmaltados, con inscripciones en su parte inferior con el nombre de la casa que promueve la estación. También podemos aprovechar el paseo para admirar las características distintivas de la bella arquitectura serrana del pueblo, con edificios construidos mayoritariamente con piedra de marés y cubiertas de teja árabe.
A pesar de tratarse de un lugar tan íntimo para los deiainencs, el camposanto se puede visitar libremente, por lo que deberemos guardar el debido respeto durante nuestra estancia, comenzando por procurar mantenernos en silencio mientras transitamos entre los mausoleos pertenecientes a las familias del lugar y también a los numerosos residentes extranjeros que allí se afincaron. No hace falta buscar mucho para encontrar algún apellido ilustre grabado en las lápidas como Habsburgo-Lorena o Graves, pues allí yacen los restos del escritor inglés, autor entre otros de la conocida novela Yo Claudio, que fue residente en Deiá durante una gran parte de su vida.
Allí, al pie de su tumba, en cuya lápida se lee tan solo Robert Graves, poeta, 1.895-1.985, aspirando el aire y cerrando los ojos entenderás muy bien el sentido de la frase que encabeza este post y, al igual que el poeta, amarás a Mallorca.
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Deiá, el precioso pueblo situado en las escarpadas laderas del Norte de la Isla, en el corazón de la Sierra de Tramontana, protegido por el Puig des Teix, de 1.062 m de altura, se encuentra a tan solo 28 Km de Palma de Mallorca por la revirada carretera C-710.
Es un pueblo pequeño, de unos 850 residentes fijos, con bonitas casas de piedra, entre jardines de cítricos, almendros, algarrobos, olivos, cipreses, tejos y viñas, formando un armónico paisaje mediterráneo que enamoró a los numerosos escritores y artistas, que se hallan entre sus habitantes.
Aparte del Cementerio, se puede visitar su pequeño Museo Arqueológico fundado en 1.962 por el arqueólogo estadounidense William Waldren, que contiene una muestra de materiales paleontológicos, con piezas excavadas en Muleta (Sóller) y también, los primeros restos del Myotragus balearicus, una especie de antílope que habitó las Baleares 5.000 años (a.C.).
En la carretera que va de Deià a Sóller se encuentra Ca n’Alluny residencia que fue de Robert Graves desde 1.929 hasta su fallecimiento. Allí escribió su famosas novelas históricas Yo, Claudio y Claudio, el Dios, cuyo protagonista era el Emperador Romano del mismo nombre. En 2.006 la residencia se transformó en la Casa Museo Robert Graves, una visita interesante para aquellos que deseen saber más sobre el personaje.
El término municipal de Deiá, a pesar de su reducida superficie de unos 15,2 Km2, contiene numerosos lugares atractivos para ser conocidos. Entre ellos cito Cala Deiá, antiguo refugio de pescadores, el llogaret de Llucalcari o Es Carrer, otro notable espacio urbano de edificios agrupados en una ladera de 85 m de altura que da directamente al mar y, como no, las antiguas posesiones del Archiduque Luis Salvador de Habsburgo-Lorena: el Monasterio de Miramar, Son Marroig, S´Estaca, la roca de Na Foradada . . .
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¡Es precioso! La primera vez que estuve allí me llevaron unos amigos. Al principio pensé que estaban locos, pero una vez allí, lo entendí. ¡I love Mallorca! 😀
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Gracias Carmen, es un lugar muy especial y te suelen mirar raro cuando lo dices. Me alegra que pienses lo mismo que yo, a aquel que va no hace falta explicarle más 😀
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