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“A lui che guarda, tutto è svelato”. Al que ve, todo se le descubre. Refrán italiano. Era un día fresco y luminoso, de esos verdaderamente radiantes que preceden al largo verano balear, nubes deshilachadas añadían contraste al azulísimo cielo, la Plaza de la Constitución bullía de gente yendo y viniendo a sus quehaceres, uniéndose a aquellos que salían de la primera misa en la Iglesia de Sant Bartomeu, locales y forasteros llegados en tranvía se mezclaban para compartir café y zumo mañanero en las terrazas, bajo el escrutinio de los sempiternos abueletes acomodados ya en los bancos de la plaza, viendo pasar la vida ante ellos. Pza. Constitución  Tranvía Pto. Sóller Había llegado a Sóller, ese pueblo de Mallorca —antaño aislado por la Sierra de Tramontana— sin que ello supusiera un obstáculo para su prosperidad, dado el carácter eminentemente emprendedor de los sollerics que, saliendo a la mar a buscarse la vida, hallaron en Francia su socio comercial. Quería pasar varios días recorriendo el Sector Central de la Sierra de Tramontana, pero antes deseaba conocer mejor este pueblo, deambulando sin rumbo por sus calles y arrabales. Sierra de Tramontana Prosperidad comercial es igual a edificios de porte distinguido, construidos por aquellos que con su esfuerzo conocieron las mieles del éxito. En la plaza destaca el del Banco de Sóller, cuyo autor fue el Arquitecto Joan Rubió, discípulo de Gaudí y proyectista también de la fachada del Templo de Sant Bartomeu y según se le atribuye ,de Can Prunera, la lujosa mansión que hoy es sede del Museo Modernista de Sóller y que posee una bella escalera de caracol entre otros notables elementos arquitectónicos. El Hotel La Vila es otro maravilloso edificio modernista situado en el número 14 de la Plaza, cuyos interiores decimonónicos perfectamente conservados nos transportan a otra época y bien merecen una visita, previa solicitud de permiso para hacerla, pues se destinan al disfrute particular de sus residentes. Escalera Can Prunera Can Prunera Hotel Vila Escalera Hotel Vila ESFINGE CAN PRUNERA La actividad emprendedora se desborda en la calle de la Luna; me gustan los pueblos que conservan los nombres tradicionales en sus calles, de la Luna, del Sol, de la Mar . . . allí podemos ver un caballo engalanado que se asoma desde su box como queriendo saludar a los viandantes, tras haber ganado el Grand National; toreros de largas patillas y gitanazas con caracolillos —inusuales en Mallorca—, nos contemplan desde el interior de un escaparate; la antigua Librería Calabruix, de toda la vida y por desgracia recién clausurada y un gineceo metálico que se descubre apostado en la jamba de una ventana. Caballo engalanado  Gineceo Librería Torero y folclórica Y junto a la luz, el color surge en cada rincón. El color de las flores, de las frutas, de los comestibles, de los elementos decorativos y de la ropa de moda. Colores que añaden alegres pinceladas a la sobriedad monocromática de la piedra de marés de los edificios que jalonan las calles y les devuelven esa escala humana tan atractiva para el paseante que sabe mirar y ver. Falda floridaJuguetes maderaSobrasadaFloresFlores desenfocadasVerduraMolocosCalle de marés Visitantes que se asombran de esa costumbre tan mallorquina de mostrar públicamente los zaguanes y patios de sus residencias, bellamente decorados, cumpliendo su antigua función comercial, que sirve para que sean preservados como partes esenciales de las viviendas mediterráneas. Zaguán comercialZaguán comercial 2 Y calle arriba, calle abajo, paseantes, muchos paseantes y curiosos, algunas acarameladas parejas de enamorados que toman fotos de recuerdo mientras flotan en su nube, aislados en su mundo ideal, dentro de otro mundo cuyos límites los marcan los imponentes riscos de la Sierra de Tramontana, que aparecen al doblar cualquier esquina y que son el objetivo de los muchos montañeros que toman este atractivo pueblo de Mallorca como base de partida para recorrer los senderos serranos. Fuente amorAmorTramontana en la esquinaCastillete Sóller, ese pueblo mallorquín industrioso y desenfadado es todo un asombroso espectáculo. ________________ Créditos: Fotografías del autor bajo Licencia Creative Commons 4.0, Attribution, Share-Alike. Pulsar sobre las imágenes si se desea ampliarlas.

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“La casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de la felicidad”. Le Corbusier, Arquitecto.

A finales del siglo XIX y comienzos del XX, una nueva corriente artística eclosionó en el mundo como reacción contra los rígidos corsés que imponía el Historicismo y el Neoclasicismo que, hasta ese momento, habían dominado el panorama creativo. Según los distintos países, esta tendencia se denominó Modern Style, Art Nouveau, Art Decò o Modernismo, e impregnó todos los modos de expresión artística, como la Arquitectura, la Decoración, la Pintura, la Escultura y la Poesía.

Al tradicionalmente aislado pueblo de Sóller, al otro lado de la Sierra de Tramontana, cuya vía principal de comunicación con el resto de la isla y con el mundo era a través del mar, el Modernismo le llegó de la mano de una crisis económica.

SIERRA DE TRAMONTANA

Entre inicios y mediados del siglo XIX el Valle de Sóller fue un próspero productor y exportador de productos agrícolas y derivados del algodón, que se enviaban a Europa y América a través de su pequeño puerto. Pero la pérdida de las posesiones españolas en América, la caída del mercado de los cítricos y una plaga de filoxera dieron al traste con su bienestar, de tal modo que al terminar el siglo, más del 20% de la población había tenido que emigrar en busca de sustento hacia Europa Central o América.

CÍTRICOS

El carácter emprendedor de los sollerics hizo que esta diáspora conociera muchas historias de éxito y que al regreso, los expatriados se trajeran sus ahorros y el gusto por las nuevas tendencias arquitectónicas que se imponían en el resto de occidente, que llevaron a la construcción en el pueblo de edificios de notable porte, como el Banco de Sóller o Can Prunera. Dos de estos emigrantes —Joan Magraner y Margalida Vicens— enriquecidos gracias a sus esfuerzos comerciando con frutas —campo que conocían bien—, decidieron construir el casal al que llamaron Can Prunera para su uso como residencia particular.

FACHADA CAN PRUNERA

El estilo Modernista se inspiraba en la Naturaleza y en lo femenino, por ello es frecuente encontrar entre sus elementos compositivos las curvas, la vegetación envolvente, los motivos florales y las figuras de mujeres estilizadas. Se trataba en definitiva, de una apelación a lo sensual, tal como hoy puede apreciarse en Can Prunera, el Museo Modernista de Sóller.

ESCALERA ESPIRAL 2 CAN PRUNERA

ESCALERA 1 CAN PRUNERA

ESCALERA2 CAN PRUNERA

ESFINGE CAN PRUNERA

No se conoce a ciencia cierta quién fue el proyectista de Can Prunera, que se construyó entre 1.904 y 1.911, aunque algunas fuentes atribuyen su autoría a Joan Rubió, Arquitecto discípulo de Gaudí que, a la sazón, estaba trabajando en los proyectos y obras del Banco de Sóller y de la Iglesia de San Bartolomé.

SALÓN 2 CAN PRUNERADurante la visita a Can Prunera se puede apreciar cómo eran las residencias de las clases pudientes del Sóller de inicios del siglo XX, en las que hallamos que sus interiores aún poseen los suelos, la carpintería, la vidriería, la ebanistería y la decoración originales de la época, dándonos un testimonio de la vida en otros tiempos, que nos recordará mucho a la que vemos en algunas películas ambientadas en los “felices años 20”.

LÁMPARA CAN PRUNERAEL LORO DE CAN PRUNERA

En la planta semisótano del Museo, donde antiguamente se encontraban la cocina, la despensa y demás dependencias del servicio de la casa, hoy se distribuyen las Salas de Exposiciones Permanentes y Temporales. Entre las primeras, se encuentra la Colecció d´Art Serra, cedida por la Fundación que lleva su nombre, presidida por el empresario y coleccionista don Pere Serra, conteniendo obra pictórica de artistas como Miró, Touluse-Lautrec, Klee, así como de pintores mallorquines consagrados como Russiñol, Fuster o Barceló.

PINTURA EXPO CAN PPINTURA 2 CAN PRUNERA

Detrás de la vivienda, se puede visitar un bonito patio ajardinado, exponente también del tipo residencial de la época, en el que se podrá apreciar, entre otras, la realista escultura de un primitivo hondero balear.

Can Prunera patio

Can Prunera se abrió como Museo Modernista en Agosto de 2.009, con el patronazgo del Ferrocarril de Sóller y de la Fundació d´Art Serra. Gracias a ello, hoy podemos comprobar cómo Sóller y sus habitantes, a pesar de su forzado aislamiento y de los reveses de la Fortuna, supieron cambiar las tornas a base de esfuerzo, para poder vivir una segunda prosperidad, lección que hoy día debería hacernos reflexionar a todos.

Para información sobre horarios de visitas y precios, podéis consultar la web del Museo.

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Créditos: Fotos del autor con Licencia Creative Commons 4.0 Attribution Share-alike, excepto la del jardín de Can Prunera, perteneciente a la web del Museo.

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