“La soledad, que es un infierno para los que intentan salir de ella, es también una felicidad para los ermitaños que se esconden”. Kobo Abe.

Debo confesar que Mallorca no deja de sorprenderme y lo último que podía imaginar es que en mitad de la Sierra de Tramontana existiera un lugar como la Cova de s´Ermità Guiem.

En una reciente salida acompañado por una guía de montaña, nuestros pasos nos condujeron a esta Ermita y debo confesar, que me llamó poderosamente la atención, pues me pareció un lugar extraordinario por su situación y simbolismo, lo que me motivó a tratar de conocer más sobre su origen.

A pesar del nombre escrito en la puerta, su topónimo es Cova de s´Ermità Guiem o Font de sa Cova. Pulsar las imágenes para ampliarlas.

 

La cueva se encuentra en el corazón de la Sierra, al Sureste del Coll de Son Gallard, a unos 729,00 m de altura sobre el nivel del mar, en una plataforma orientada al Mediodía, con relajantes vistas de las laderas del Sur de la isla hasta el mar, en un ambiente que predispone a la contemplación de la Naturaleza y a la meditación.

Se trata de una pequeña cavidad natural de origen kárstico, dentro de un recinto cercado por una valla de piedra en seco. La gruta posee una antecámara de entrada, una cámara principal que hace de zona de estar y cocina y una tercera cámara trasera donde se almacenan aperos. En el techo se hallan dispuestos una serie de canalones de PVC cuya función es recoger el agua que se filtra a través de la roca caliza y llevarla a un pequeño algibe que hay en un lateral.

En el interior de la cueva coexisten, en curioso sincretismo, una serie de figuras religiosas, como crucifijos y estampas de Jesús, de la Virgen María y de los Santos, estatuillas de Buda, figuras del dios Shiva y otros símbolos de cuatro religiones diferentes. También hay un Nacimiento y diversos libros de poesía, de mística y de materias relacionadas con la espiritualidad.

Curioso sincretismo religioso (conciliación de varias doctrinas). Pulsar las imágenes para ampliarlas.

 

Dentro del espacio principal, sobre una superficie más o menos plana, hay una colchoneta tendida y en sus proximidades, diverso menaje de cocina, más libros y hasta una radio-despertardor, como si el habitante de la cueva se hallara temporalmente ausente.

Cámara principal-interior

Cámara principal dormitorio-cocina.

 

A pesar de que nada más entrar se ve un plato con monedas y de que el acceso es libre —su puerta de madera está siempre abierta—, la cueva no ha sido vandalizada. Por triste que parezca, este detalle me sorprendió, pero a la vez me alegró saber que hay un lugar no vigilado que es respetado por sus visitantes, que suelen ser caminantes que recorren la Ruta de s´Arxiduc.

Según me relataron, la cueva estuvo habitada hasta época reciente, por un eremita de avanzada edad que un día desapareció, sin que nadie supiera qué fue de él, lo cual añade un misterioso halo a este antiguo lugar de retiro, tan cargado de energía espiritual. Investigando un poco más, he encontrado este post en el blog de Alan Humphries, fechado en Mayo de 2.013, donde aparece una imagen del moderno ermitaño, un tal Greg, de luengas barbas y cabello blanco, con aspecto de extranjero entre jovial y hippie, de unos 60 años de edad, del que nada más se cuenta.

GREG

Greg, el moderno ermitaño.

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La Cueva del ermitaño Guillem, conocida también como Font de Sa Cova o Ermita de Son Moragues —según el topónimo que figura en la obra Die Balearen, publicada en 1.880 por el Archiduque Luís Salvador de Austria, es un verdadero Eremitorio. Allí vivió retirado del mundo el asceta Guillem de Sant Pau, hasta su fallecimiento en 1.635. Al considerarlo sus coetáneos un hombre santo, se conservó su cráneo como reliquia, hoy custodiada en la Ermita de la Trinidad de Valldemossa. También habitó en la cueva otro anacoreta menos conocido, Antonio de Sant Pau Ferrer +1.693, natural de Alaró y autor de la obra Mallorca Eremética donde asegura que en su soledad, fue perseguido por los demonios y, en diversas ocasiones, incluso azotado por ellos . . .

En otros tiempos, las reliquias de los Santos eran muy valiosas, llegando a existir en la Alta Edad Media un auténtico tráfico de reliquias. A estos restos conservados se les atribuía un enorme potencial benéfico, hasta el punto de que eran llevados por los religiosos que los custodiaban a las casas de los enfermos, con el fin de auxiliarles en su sanación o, en el caso de aquellos que se encontraban en las últimas, para ayudarles a bien morir y así asegurar su tránsito hacia el Paraíso. Se puede afirmar que las reliquias ejercían en los fieles una poderosa acción psicosomática y que, incluso hoy día, ese sentimiento perdura entre determinadas personas.

Relicario

Relicario medieval.

 

Los anacoretas, surgieron en Egipto y en otros lugares alrededor del Mediterráneo a partir del S.III; se trataba casi siempre de hombres, aunque también se dieron casos aislados de mujeres ermitañas, que decidían abandonar el mundo terrenal para buscar a Dios en la oración, la meditación, la soledad, la penitencia y la pobreza. Más adelante, la vida eremítica evolucionó en el monacato, y los ascetas se integraron en cenobios, aunque quien lo deseaba podía retirarse para vivir en soledad o en pequeñas comunidades creadas en ermitas cercanas a los grandes monasterios, cuya vida, solía regirse por la estricta Regla de San Benito, con su conocido lema ora et labora —reza y trabaja—.

S. Pablo el Ermitaño

Pablo el Ermitaño o Pablo el egipcio, venerado por la Iglesia Católica y la Iglesia Copta como el primer Santo en llevar una vida eremítica.

 

Hasta el año 2.010 hubo en Mallorca dos eremitorios: el de la Ermita de Betlem en Artá y el de la Ermita de la Santísima Trinidad de Valldemossa. Por chocante que nos resulte, hoy día aún quedan seis monjes ermitaños en la segunda, pertenecientes a la Congregación de Ermitaños de San Pablo y San Antonio.

Los eremitas en Mallorca surgieron allá por el S.XIII, siendo uno de los más ilustres, el propio Ramón Llull, que se retiró por un tiempo a orar en la Montaña de Cura (Miramar, Valldemossa) y también, la Valldemossina Hermana Santa Catalina Thomàs la Beateta, muy venerada en el pueblo serrano y autora de la obra mística Cartas Espirituales. El cuerpo de la Beateta reposa en una urna de vidrio en la Iglesia de Santa María Magdalena de Palma y, el de Ramón Llull, en la Iglesia de San Francisco, también de Palma. Ellos fueron pioneros de otros muchos que de forma anómina les sucedieron, viviendo durante años apartados del común y dedicados a la oración.

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Ramón Llull predicando.

 

Hace largo tiempo que ninguna persona con vocación de anacoreta llama a la puerta de la Ermita de Santísima Trinidad de Valldemossa, por lo que dicha Comunidad se extinguirá en un futuro no muy lejano y con ella, esta centenaria tradición mallorquina y la figura discreta de los ermitaños de la Sierra de Tramontana, cuyo modo de vida es para muchos imposible de entender en estos tiempos.

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Puedes llegar a la Cova de s´Ermità Guiem a pie, saliendo desde Valldemossa, tras una hora de marcha ascendente, siguiendo la ruta que recomienda Wikilocs, que además te llevará por otros bellos rincones de la Sierra de Tramontana con fantásticas vistas al mar, a través de la divisoria Noroeste-Sureste de la isla.

Si eres de los que se maneja bien con plano y altímetro, la Cueva aparece en el plano topográfico E-1:25.000, Mallorca Tramuntana Central, de la Editorial Alpina. Y si lo tuyo es el GPS, sus coordenadas polares son 39,725599 N 2,623935 E y las U.T.M. 31 S 467771 4397370. Hay otras aplicaciones para smartphones, como Endomondo, donde también puedes encontrar ayudas GPS para seguir ésta y otras sendas de la Sierra.


Créditos:
Fotografías del autor, salvo las de S. Pablo Ermitaño, Ramón Llull y el relicario, que son de Wikimedia Commons y la de Greg, el moderno ermitaño, extraída del blog de A. Humphries.