En la entrada anterior traté sobre encinas, olivos y pinos, tres especies omnipresentes en las tierras que baña el Mediterráneo. Nos quedan aún otras siete más cuya presencia en nuestra verde isla mallorquina merece la pena ser mencionada.
4.- El almendro, primus dulcis, en mallorquín ametller, especie cultivada muy común en los campos mallorquines, culpable de que entre finales de Enero y principios de Marzo estos campos se tiñan de un bellísimo blanco que les da un un toque poético que preludia la Primavera. La almendra mallorquina —de más que justificada fama—, es un fruto seco delicioso con un importante papel en la gastronomía local, pues es rica en aceites, vitaminas, minerales y fibras; producto esencial en la respostería isleña, gracias a ellas, entre otras delicias podemos degustar el exquisito helado de ametller de Can Joan de S´Aigo, que no hay otro igual en el mundo. El halo romántico de los almendros en flor siempre ha inspirado a los poetas y en todas las sociedades que lo cultivan, se le tiene por símbolo del primer amor.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
—recordé—, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida
me he parado a meditar . . .
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!
Antonio Machado
En las imágenes muestro campos de almendros en las inmediaciones de la Finca Pública Raixa.
5.- La palmera datilera y los palmitos, phoenix dactylifera y chamareops humilis. A pesar del tamaño que algunos ejemplares alcanzan, se trata de plantas herbáceas de tronco recto y rugosa corteza. Los puristas consideran a las palmeras como una especie intrusiva y así es, puesto que fueron introducidas por los árabes en el siglo X, sin embargo, forman parte del paisaje mallorquín y no me imagino a la isla sin ellas. Los palmitos —casi nadie lo sabe—, son las únicas palmeras originarias de Europa y como consecuencia, habituales en los paisajes alrededor del Mare Nostrum. Ambas especies son muy resistentes a la carencia de humedad y a los suelos de escasos nutrientes, dándose bien en las proximidades del mar. Su empleo principal es ornamental, decorando calles, jardines y fincas campestres. Una terrible plaga está afectando a las palmeras datileras del levante y sur español, incluyendo a las baleáricas; se trata del ataque del picudo rojo, morrut roig —se le llama en la Región Valenciana—, feo escarabajo invasivo precedente de Asia, cuyas gruesas larvas devoran los corazones de las palmeras que, una vez infestadas, tienen pocas posibilidades de sobrevivir. La erradicación de estos coleópteros es muy difícil y se basa en métodos fitosanitarios de compleja y costosa aplicación. En las imágenes vemos diversas especies de palmeras, en los Jardines de Alfabia, en la Plaza de Cavallería de Palma, en Son Antem, en Portitxol y un grupo de palmitos en Balitx d´Avall.
6.- El algarrobo, ceratonia siliqua, en mallorquín garrover, especie que de antiguo formaba parte de las maquias litorales de Mallorca junto al acebuche, pero que en el siglo XIX comenzó a cultivarse para sustituir a los viñedos que habían sido devastados por la plaga de filoxera y ahora forman bellas agrupaciones en los campos de la isla. Su fruto, la algarroba, se emplea como forraje del ganado por su elevado contenido en proteínas vegetales de alta calidad y así de rica sabe luego la sobrasada de porc negre. En algunas firas de los pueblos mallorquines se venden galletas hechas con harina de algarroba, están ricas, pero creedme que son de consistencia más que sólida. En la imagen vemos un hermoso algarrobo en una finca rural mallorquina.
7.- El ciprés, cupressus, en mallorquín xiprer, árbol elegante de elevada talla y copa cónica que también es una estampa típica del Mediterráneo. En España se asocian a los cementerios, pues no hay pueblo sin cipreses en sus camposantos; sin embargo, es también un bello árbol de estilizada figura y cualidades arquitectónicas, pues decoran bien las márgenes de los caminos o los linderos de propiedades. Son de hoja perenne y muy longevos, llegando a vivir más de 300 años; su madera tiene escaso interés industrial y antes se empleaba para construir embalajes, aunque también a veces tiene usos más dignos, como componente de las cajas de resonancia de las guitarras. Los cipreses que aparecen en las imágenes son de la Finca Pública Raixa y del claustro del Convento de Santo Domingo, en Inca.
8.- El plátano de sombra, platanus hispanica o acerifolia, en mallorquín platero. Se trata de una especie foránea, de origen americano y asiático, aunque la que se ve en nuestras calles es un híbrido de ambos. Su empleo principal es en jardinería urbana, para dar protección a nuestras calles de la fuerte insolación estival; son de hoja caduca, duros, longevos y poco exigentes con los suelos, soportando bien las podas y la polución urbana. La imagen que aporto es del espectacular y antiguo ejemplar que puede admirarse en el patio —clastra— situado tras el zaguán de entrada a la Casa de Alfabia, cuyas proporciones son muy superiores a las que habitualmente se ven en las calles de las ciudades isleñas.
9.- El ficus, ficus rubiginosa, del que desconozco su nombre mallorquín, es un árbol de procedencia australiana existente en zonas subtropicales de dicho continente, aunque se adapta bien a climas templados. Alcanza también proporciones grandiosas y es tan ávido de humedad, que la toma del aire mediante raíces aéreas que proyecta desde sus ramas hacia el suelo, hasta que llegan a penetrar en él, lo que crea bases adicionales que forman con el tiempo nuevos apoyos para el tronco. En la imagen muestro parte del ejemplar que crece en el jardín de la Casa de la Misericordia, que fue plantado hacia 1.827 cuando se creó el Jardín Botánico del antiguo Hospital General; con sus más de 30 m de altura, es sin duda, el árbol de mayor tamaño de los existentes en Palma.
10.- La vid, vitis vinifera, en mallorquín vinya, no se trata de un árbol —pensaréis—, pero no me resisto a incluirla en esta relación debido a su neta personalidad mediterránea. Su cultivo puede trazarse hasta el Neolítico en Asia Menor, considerándose una de las actividades agrícolas más antiguas de la humanidad. Los caldos mallorquines ya eran famosos en tiempo de los romanos y en la isla hay evidencias del consumo y comercio de vino que datan, al menos, del siglo VII (A.C.) y que el historiador romano Cayo Plinio el Viejo, escribió en su tratado Naturalis Historia que “los vinos baleáricos se comparan con los mejores de Italia” y es que a los romanos les gustaron tanto las variedades mallorquinas que, al poco de la conquista de la isla por Quinto Cecilio Metelo en el año 123 (A.C.), ya organizaron rutas comerciales de transporte de nuestros caldos al corazón del Imperio y afirmaban sin empacho “Beati hispani, qvibvs vivere bibere est” Dichosos los hispanos, para los que vivir es beber, en fin, que pronto nos conocieron . . . En la imagen, hilera de viñas de las llamadas de pie americano resistentes a la filoxera, en una típica estampa de los campos que rodean Binissalem.
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No puedo ni debo extenderme más, no soy botánico y en el tintero me dejo especies maravillosas que crecen y medran en los campos y montes mallorquines, entre ellas araucarias, acebuches, madroños, lentiscos, robles, tamariscos, eucaliptos, naranjos, limoneros y un largo etcétera que otros deberán describir. Como representantes de estos árboles, adjunto una imagen de una zona boscosa próxima a Valldemossa, otra de unos coloristas madroños hecha en las montañas de Son Vida y una última de una dulce naranja de Sóller lista para ser recolectada.
Y para ti querido lector ¿cuáles son tus árboles favoritos de Mallorca?
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Créditos: Fotografías del autor con licencia Creative Commons 4.0 Attribution-Share Alike, salvo las que tienen otra indicación de autoría en su pie de página. Agradezco a Emilia Villar la aportación de las imágenes del ficus de la Casa de la Misericordia. Para ver las fotos a mayor tamaño, pulsad sobre ellas.