Era un precioso día de finales de Septiembre, entrado ya de lleno en las calmas que preceden al Otoño. Había recorrido las alturas de Sóller por las sendas de la Sierra de Tramontana, con la suerte de haber gozado de una jornada de atmósfera estable, buena temperatura y excelente visibilidad. Cerrarla contemplando la puesta de sol sobre la mar y de paso, intentar cazar al elusivo rayo verde, no parecía tan mala idea.
Al igual que muchos otros que contemplan con deleite los atardeceres mallorquines, nunca he podido verlo. Se trata un fenómeno infrecuente que solo se da en determinadas condiciones atmosféricas, en el preciso instante en que el disco solar desaparece tras el horizonte. Hay que estar muy atento para poder verlo, pues su destello dura menos de dos segundos.
Hace mucho leí una novela de Julio Verne titulada precisamente así, “El rayo verde”. Relataba una historia de amor alrededor de una antigua leyenda en la cual se aseguraba que aquellas parejas que contemplaran juntas el rayo verde, quedarían irremisiblemente enamoradas gracias a que en ese preciso momento mágico surge el amor.
El que quiera disfrutar de espectaculares puestas de sol, puede buscarlas en el Faro de Cap Gros, tras recorrer kilómetro y medio por una empinada carretera que nace en el Puerto de Sóller. A mitad de trayecto, encontrarán una cruz erigida por suscripción popular, en memoria del Teniente de Caballería don Francisco Javier Lizasoain y Muguiro, hijo de Sóller, asesinado durante la guerra fraticida que nos enfrentó a los españoles en los años 30 del siglo pasado ¡Nunca más nos suceda algo semejante!
Actualización del 15 de Agosto de 2016: La cruz mostrada en la imagen ya no existe, fue demolida por aquellos que intentan negar y reescribir la Historia, olvidando que los pueblos que la ignoran están condenados a repetirla.
Continuando el ascenso a pié, quince minutos después, se encontrará el faro sobre un morro acantilado localizado al Oeste de la bocana de la rada natural del Puerto de Sóller, un lugar de privilegiados panoramas.
Casi pegada al faro hay una pequeña explanada que sirve de estacionamiento y junto a ella, se encuentra el Refugio de Muleta. La amplia terraza del refugio está orientada a Poniente y si en Mallorca el crepúsculo suele vestir cielo y mar de una asombrosa gama de azules, violetas y anaranjados, el poder apreciarlos desde esta elevada atalaya lo convierte en un espectáculo incomparable.
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La quietud que precede a los largos ocasos parece predisponer a la meditación, o a la elevación de nuestro espíritu en sintonía con la Naturaleza, cada cual siéntalo a su manera. Paré de hacer fotos para recrearme en el momento y casi sin pensarlo, seleccioné en mi iPod a Farinelli cantando la desgarradora Lascia ch´io pianga, aria que pareciera dedicada a los desventurados huérfanos de amor, sin mitad con la que compartir la seductora visión del rayo verde . . .
Y tú querido lector, ¿has sido de los afortunados que ha podido disfrutadar del rayo verde junto a la persona adecuada? ¿Te atreverías a contarlo? 😉
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El Refugio de Muleta es uno de los situados a lo largo del Sendero de Gran Recorrido GR-211, o Ruta de la Piedra en Seco, llamada así por la manera en que están construidas las vallas de piedra —al método tradicional, sin argamasa— que se encuentran en muchos tramos de su recorrido a través de la Sierra de Tramontana.
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El aria que canta Carlo Broschi “Farinelli”, uno de los más famosos castrati italianos del periodo Barroco, pertenece al Acto Segundo de la Ópera Rinaldo, de Georg Friedrich Haendel. El fragmento mostrado es un corte especialmente trágico de la película Farinelli, aquel en el que, mientras canta el aria recuerda su traumática emasculación. El film es de 1.994, lo dirigió el belga Gérard Corbian y contó con la gran interpretación de Stefano Dionisi en el papel del castrato. Farinelli vivió 25 años en España al servicio del Quinto Felipe, el primero de nuestros Reyes Borbones, al que cantaba como terapia contra su melancolía por petición expresa de S.M. la Reina doña Isabel de Farnesio, nacida en Italia como Farinelli. La fama del cantante le procuró un gran predicamento, llegando a alcanzar el título de Primer Ministro en la corte madrileña.
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