“En su esencia, la fotografía es la vida iluminada” Sam Abell, Fotógrafo y Escritor.
Que Palma de Mallorca es una urbe fotogénica nadie lo duda, su antiguo casco histórico de origen medieval, con numerosos edificios de traza gótica, casas señoriales de patios impresionantes e innumerables rincones para descubrir, conforma una trama que satisfará al explorador callejero más avezado y también, a todo aquel que guste de perderse en los laberintos que conducen al alma de una urbe con mucho carácter. Recorrerla a pie es una saludable actividad que no tantos practican debido al ajetreo de nuestro modo de vida actual y, sin embargo, no conozco mejor manera de tomar el pulso a una ciudad.
La luz mediterránea es el componente esencial que da o quita fuerza a las estampas cotidianas gracias a los grandes contrastes que separan luces y sombras, circunstancia ésta que los fotógrafos de calle buscamos con avidez, por las texturas y color que se añaden a la piel de los edificios, realzando las imágenes. Es la luz la que nos ayuda a encontrar arte en lo ordinario, en aquellos detalles que miramos, casi siempre sin ver, a pesar de que forman parte de nuestro entorno inmediato.
Los ciudadanos y los visitantes son el último —y principal— ingrediente del cocktail que conforma la vida diaria en Ciutat. Ser su observador a través del objetivo de una cámara es una pasión que ayuda a entender la vida a quienes bucean en su devenir, pues permite al fotógrafo interactuar con desconocidos, actividad que casi siempre es remunerante. Los humanos somos seres sociales y raramente reaccionamos mal ante un desconocido, siempre que la aproximación sea educada y envuelta en una sonrisa, que es la mejor herramienta para romper la barrera de la desconfianza.
Los fotógrafos de calle más puristas sólo disparan en blanco y negro, consideran que el color distrae e impide sintetizar la esencia de las cosas; por ello, tienden a ver el mundo de manera diferente al resto. Cierto es que los grandes clásicos fueron capaces de crear obras de arte en tono monocromático, caso de Cartier-Bresson, R. Doisneau, I. Penn, Catalá-Roca, Juana Biarnés o G. Cualladó. Sin embargo, no es menos cierto que si la película en color hubiera estado disponible antes, también hubieran creado grandes obras en color y de hecho, muchos de ellos lo hicieron al final de sus vidas.
Galería de fotos del autor en blanco y negro (pulsad en cualquier imagen):
Hoy día muchos fotógrafos de calle emplean de forma indistinta color y blanco y negro, pudiéndose mencionar como ejemplo a Ian MCDonald, S. McCurry o Cristina García Rodero.
El autor del presente es de los que se mueve entre las dos técnicas de manera indistinta y desearía se capaz de emular a los grandes de este Arte. Al fin y al cabo, los inicios de la Fotografía están unidos a la foto callejera, especialidad que por otra parte es su forma más democrática, pues cualquiera puede practicarla en su ciudad. Para hacerlo no se requieren costosas cámaras, basta con un teléfono móvil, ojos observadores, indumentaria cómoda y ganas de patear las calles.
Galería de fotos del autor en color (pulsad en cualquier imagen):
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Créditos: Fotografías y artículo del autor publicado bajo Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional, libre copia y circulación citando autoría, sin modificación de textos o imágenes, para usos no comerciales.
Your photos evoke a city with rich history and abundant personality. Thank you for sharing them with your readers.
I enjoyed (and agreed with) your essay, too.
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Thanks to you Cynthia for for always having good words to my work and being so lovely 🙂
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Al fin y al cabo, los inicios de la Fotografía están unidos a la foto callejera, especialidad que por otra parte es su forma más democrática, pues cualquiera puede practicarla en su ciudad…..jeje
No fue hasta el año 1836, cuando Louis Jacques Mande Daguerre produjo la primera cámara fotográfica, y su proceso 3 años más tarde -el daguerrotipo-, que fue inventada con algunas mejoras respecto a lo que había. Su invención sirvió para perfeccionar este campo y sus fotografías contaban con la calidad que caracterizaba la época.
El uso de las técnicas de ambrotipias y tintipias tuvieron su momento a finales del siglo XIX, algunos modelos fueron perfeccionándose hasta lograr la incorporación de una placa en el interior de la cámara, así fueron dejando a un lado el cuarto oscuro, acción que permitía mayor calidad.
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El proceso fotográfico en los primeros tiempos era una tarea delicada y compleja; las cámaras eran pesados armatostes de madera que se montaban sobre un trípode topográfico; las primeras tomas solían representar o bien retratos, o bien paisajes urbanos; las velocidades de exposición eran lentas y precisaban del estatismo total de lo fotografiado. Sin embargo, esta circunstancia cambió pronto, pues en 1913 apareció la primera cámara Leica de 35 mm, pequeña, ligera y que además empleaba película cinematográfica de dicho formato cuya sensibilidad era mayor, lo que permitió tomas rápidas de sujetos u objetos en movimiento. Los procesos de revelado del negativo y positivado de las copias se simplificaron de manera notable y fue en ese momento, cuando llegó la verdadera «democratización» de la Fotografía. Aún así, hoy día quedan —pocos—, pero aún existen, amantes de la placa de cristal y el colodión . . .
Muchas gracias por tus comentarios y aportación José, saludos cordiales.
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